Volver a Soriano: el rescate de relatos pequeños para los grandes conflictos

Aun a veinte años de su fallecimiento, la figura del escritor y periodista argentino Osvaldo Soriano continúa siendo, hasta hoy, un fantasma gris que, entre la academia y la calle, nunca termina de encajar del todo en la cultura literaria nacional. Ya sea por lo “llano y coloquial” de su lenguaje –muchas veces objeto de crítica desde los sectores más conservadores de las letras– o por atreverse a narrar los aspectos más delicados de la historia política y social argentina del siglo XX, se decidió en 2013 dar nacimiento al “Concurso de Relatos Breves Osvaldo Soriano”, ni más ni menos que en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

“Es impresionante cómo determinados episodios del presente se asemejan a otras épocas del neoliberalismo en Argentina, en los que Soriano dio cuenta de todo eso de manera ineludible. Dio cuenta, además, en un discurso a contracorriente, con la particularidad de una gran originalidad para contar, desde el punto de vista del desenfado, la desfachatez y el manejo del humor”, dijo a Contexto el periodista y crítico literario Ángel Berlanga, miembro del jurado y quien, además, pasó los últimos cuatro años trabajando en una reconstrucción de la vida y obra del autor de las célebres Triste, solitario y final y No habrá más penas ni olvido.

“Creo que una de las grandes particularidades de Soriano fue contar en modo muy simple cosas muy complejas. Para mí es uno de los principales escritores que logra eso; fue quien con más desparpajo e ironía se anticipó a hablar sobre el neoliberalismo y el fin de la historia. Basta con rescatar sus contratapas del diario Página/12”, sostuvo Berlanga. “En ese sentido, creo que es de una contemporaneidad descomunal y es siempre objeto de comparación con Roberto Arlt. Creo que la sofisticación de Soriano para registrar su época es tremenda y buena parte de las críticas que se le hicieron tiene que ver con eso: desmitificar la Torre de Babel inalcanzable de la literatura”, agregó.

“Creo que una de las grandes particularidades de Soriano fue contar en modo muy simple cosas muy complejas. Para mí es uno de los principales escritores que logra eso»

El espíritu del concurso retoma la esencia simple, arrojada e inmediata de Soriano para condensar, en textos que pueden alcanzar apenas una carilla y media, la puntería y la precisión para dar cuenta en pequeñas historias los grandes conflictos de la sociedad contemporánea.

“Este concurso nació en el año 2013 para festejar los treinta años de democracia y decidimos llamarlo Osvaldo Soriano tratando de sintetizar las figuras de los periodistas escritores de la historia argentina, que se dedicaron a relatar las problemáticas que nos atraviesan”, dijo Marina Arias, docente y directora del Laboratorio de Ideas y Textos Inteligentes Narrativos (LITIN), espacio de ejercitación escritural de la Facultad, y organizadora del evento.

“En los tiempos que corren, es un placer haber podido concretar este concurso un año más y que crezca como creció”, agregó Arias.

los ganadores este año fueron el santafecino Diego Calleja, por el relato “Carmelo”, y Lara Sade, por “Fiesta de disfraces”

En su quinto año consecutivo de convocatoria, el concurso Osvaldo Soriano tuvo su entrega de premios en el aula anfiteatrada de la casa de estudio conducida por Florencia Saintout, jornada en la que además se presentaron las Antologías III y IV con todos los cuentos y relatos seleccionados como finalistas en las ediciones 2015 y 2016.

El libro, publicado a través de EPC (Ediciones de Periodismo y Comunicación) incluye casi sesenta autores, tanto estudiantes de la universidad como participantes externos.

Con un jurado compuesto por el propio Berlanga, el escritor Ulises Cremonte, la docente de la Facultad de Periodismo Ayelén Sidún y la ganadora de la edición 2013 del concurso, Liliana Villanueva, los ganadores este año fueron: para la categoría mayores de 34 años, el santafecino Diego Calleja, por el relato “Carmelo”; en la categoría de menores de 34 años, Lara Sade, por “Fiesta de disfraces”.


 

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