Un juicio que marcará la historia

Por Vicente Garay

La mañana del 11 de octubre de 2015 arrancó con lluvia, oscura y llena de tristeza. A pocas horas de realizarse el 30° Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata, las compañeras de Diana la esperaban para comenzar una nueva jornada de lucha, pero ella nunca llegó, no la dejaron. La noche anterior, en su departamento del barrio de Flores, varones avalados por el silencio y la impunidad de una parte de la sociedad la asesinaron brutalmente.

Diana no era sólo una compañera, era una referente y una activista indispensable para la conquista de derechos del colectivo travesti-trans. Una verdadera reparadora de sueños para quienes fueron expulsadas y violentadas por un sistema opresor y heteronormado.

Su recorrido político y su incansable lucha, al lado de referentes como Lohana Berkins, fue generando avances importantísimos para el colectivo travesti-trans y para la sociedad entera. La Ley de Identidad de Género fue una clara expresión de esto: una normativa que fue vanguardia a nivel mundial por su carácter inclusivo y transgresor.

Su identidad travesti, sudaca y originaria fue ganando terreno también en la provincia de Buenos Aires, donde consiguió la aprobación de la Ley de Cupo Laboral para personas travestis y trans que hoy lleva su nombre, saldando así una deuda histórica como es el acceso al trabajo formal para este colectivo.

La articulación con los movimientos piqueteros y feministas fue clave para dar todas las peleas en la calle. El nacimiento de su organización, el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL), fue parte de su identificación con estos espacios y con el barrio donde vivió gran parte de su vida: Laferrere, partido de La Matanza.

Casi tres años pasaron para que la causa fuera elevada al tribunal oral y público, tres años en los que sus familiares y compañerxs no abandonaron su lucha ni un minuto. Su hermano, Sasha Sacayán, asumió la enorme responsabilidad de ser querellante ante la Justicia, representado por la abogada Luciana Sánchez, quien trabajó incansablemente para que el juicio llegara a esta instancia.

Pasaron tres audiencias por el palacio de tribunales donde se hicieron presentes testigos claves: desde integrantes de su familia hasta activistas internacionales por los derechos de las personas travestis-trans. En todas las jornadas se concentró una multitud en la puerta para expresar la furia travesti, impulsada por tanto dolor convertido en lucha.

Este juicio tiene un carácter histórico: marca un precedente en materia de derecho penal por incorporar la figura de “travesticidio” como agravante por primera vez en el mundo y demuestra que la indiferencia generalizada ante los crímenes de odio hacia el colectivo travesti-trans debe quedar atrás.

Porque su bandera sigue en pie, porque su lucha y su legado son interminables, porque transformar el mundo es la tarea y porque su fuego arde en cada compañerx de lucha: Amancay Diana Sacayán presente, ahora y siempre.


 

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