«Todos los nietos son nuestros hermanos»

Mientras dan forma al espectáculo con el que volverán después de seis años al carnaval montevideano, los hermanos Cardozo, emblema de la renovación del género de la murga, actualizaron en La Plata su compromiso con los derechos humanos, más allá de las fronteras.

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Fotos: Claudia Montesino 

Por Javier Biasotti

Invitados especiales a la apertura de la cuarta edición del ciclo Teatro X la Identidad de La Plata, Tabaré y Yamandú Cardozo, fundadores junto a su hermano Martín de la murga uruguaya Agarrate Catalina, regresaron a la capital provincial para poner al día la energía del sólido abrazo festivo y carnavalero que mantienen con el público platense. 

Renovando su compromiso con los derechos humanos y en medio de los ensayos del espectáculo con el que volverán a la competencia en el certamen oficial de murgas del carnaval montevideano luego de seis años de ausencia, cruzaron el charco con una formación reducida en relación con la que acompaña a Tabaré como solista, para ofrecer un show desinteresado en el Coliseo Podestá, con una entusiasta Estela de Carlotto aplaudiendo desde un palco.

En pleno proceso creativo del espectáculo “Los defensores de causas perdidas”, que deberá sortear la prueba de admisión para llegar a la competencia en el Teatro de Verano de Montevideo, los botijas refrescaron su adhesión a la causa de las Abuelas de Plaza de Mayo, a las que el año pasado cedieron los derechos de la canción “Soy” para que sea usada como parte de la búsqueda de los más de trescientos nietos que fueron apropiados durante la dictadura y todavía no recuperaron su identidad.

“Consideramos que los derechos humanos no tienen fronteras. Nos parece que esta es una lucha en común y sentimos que todos los nietos son nuestros hermanos, sean del país que sean”, dice Tabaré en diálogo con Contexto, a lo que Yamandú acota que “las Abuelas son nuestras abuelas”.

Tras haber anunciado hace pocos días su vuelta al carnaval por las redes sociales y entusiasmados con los incipientes ensayos, los hermanos guardan cierta prudencia a la hora de pronunciarse sobre la realidad argentina en la que un joven solidario con una causa ancestral es perseguido por la Gendarmería y aparece muerto casi ochenta días después, ese país en el que un joven mapuche es asesinado por la espalda con balas de la Prefectura y donde una maestra es secuestrada y torturada por organizar una olla popular frente a su escuela.

“Para opinar con certeza sobre las cuestiones más pequeñas pero decisivas de un contexto hay que estar, hay que vivir, ser parte y conocer las entrelíneas, las contradicciones, y entonces nosotros siempre tratamos de ser muy cuidadosos y respetuosos”, enfatiza Yamandú, para quien “hay que tener en cuenta que los contextos en este tipo de causas siempre han sido muy adversos, muy difíciles, duros e injustos”. 

“Obviamente desde el Uruguay hay mucha gente muy preocupada y ocupada en intentar conocer datos y versiones reales sobre estos hechos, y dispuesta a apoyar para que esta lucha no se detenga aun ante escenarios tan adversos. Y siempre hay gente deseando colaborar para poder revertir la situación hacia un lugar de justicia y dignidad”, enfatiza el murguero.

“En esta causa de los derechos humanos de niños en cautiverio y desaparecidos, de familias destrozadas en los años de la dictadura, nosotros personalmente tenemos una historia”, destaca Tabaré, el mayor de los hermanos. Es que su propio padre, un pastor metodista dedicado al trabajo social, y otros miembros de la familia, fueron perseguidos por el régimen militar uruguayo.

En Uruguay rige la Ley Nº 15.848 de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, que consagró la impunidad de militares y miembros de fuerzas de seguridad responsables de violaciones de derechos humanos durante la dictadura que gobernó el país entre 1973 y 1985. La posibilidad de derogar la norma fue dos veces plebiscitada –en 1989 y en 2009–, y en ambas oportunidades la ciudadanía votó por mantenerla vigente.

La Catalina nunca ha sido aséptica políticamente, y reconoce que el Uruguay tiene una deuda con los derechos humanos.

T: Ahí hay un conflicto entre dos valores básicos de civilidad y del espíritu republicano: por un lado está la justicia como valor conceptual, en contraposición con la democracia, porque se votó dos veces y democráticamente el pueblo eligió algo injusto. Es una lucha que no tiene solución más que la propia democracia, que se revea eso en algún contexto histórico donde esté la sociedad con la suficiente claridad como para que eso se revierta. No hay otra manera.

Y: Y eso genera un dolor histórico ante el que somos impotentes. Es que es muy doloroso porque fueron dos veces, y si somos indulgentes con nosotros mismos y analizamos ciertamente que en el primer contexto, recién saliendo de una dictadura terrible y habiendo jugado fuertemente el factor del miedo y operado desde ese lugar para que la injusticia se concretara, está bien, tenemos cierta excusa. Pero una segunda vez… A nosotros también nos preguntaron, a los hijos, a los nietos, a la gente que por su edad no pudo votar en el primer plebiscito. Entonces, lo que nos genera mucho dolor es que muchos de nosotros sentimos que es más dolorosa la reacción negativa a afrontar con dignidad y verdad una situación injusta, cuando lo que operó de alguna manera fue la desidia y no el miedo.

T: O claramente, y sin adjetivar, otro concepto de justicia que no es el que yo comparto. Algunos por desidia, otros por desinformación, otros por franca oposición conceptual. Lo increíble es que se dio junto a una elección en la que ganó el Frente Amplio. Había los suficientes votos como para que un gobierno de izquierda, que era el principal promotor de esas prerrogativas, se erigiera como ganador. No es que la derecha no votó el fin de la impunidad, ya se sabía que la derecha no lo iba a votar. Alcanzaba y sobraba con los votos de la izquierda y no se pudo. Para mí, eso es un dolor muy grande.

Seguramente el caso todavía se estudia en los laboratorios de la ciencia política.

Y: De lo que dice Tabaré rescato que ese otro país, esa otra parte que no fue el 42% que votó jugarse con la justicia, siempre existió y en algún momento pensamos que había dejado de existir. Y también la cuestión de que los votantes de la izquierda no acompañaron con la papeleta. Todavía tengo la imagen del escrutinio de ver todas las listas del Frente Amplio sin la papeleta para derrocar la impunidad. A título personal, tengo un profundo reclamo con las fuerzas de izquierda, siento que se “comieron” un gol tonto a nivel electoral al permitir que se fijara el plebiscito el mismo día de la elección general, cuando la gente básicamente está distraída queriendo saber quién será su próximo presidente. Yo les reclamo a las fuerzas de izquierda que voté ese día, y que seguiré votando seguramente. Me refiero al Frente Amplio como partido, porque la campaña la hicieron las fuerzas inorgánicas, los familiares y las organizaciones de derechos humanos que trabajaron muchísimo y estuvieron un poco solas. Siento que desde el partido del gobierno se les soltó un poco la mano, y ese es mi reclamo personal.

T: De cualquier manera, impera acatar como seres republicanos, aun en el desacuerdo total, conceptual y cívico, igual acatar. No queda otra. Lo que sí, hay que seguir buscando los resquicios legales y democráticos para tratar de que por otras vías que no sean la derogación de la ley esa lucha no cese.

¿Sienten como inspiradora a la lucha de las Madres y Abuelas argentinas?

Y: Sé que laburan mucho, que dedican sus vidas al igual que los H.I.J.O.S., familiares y una cantidad de organismos. Es verdad que en Argentina tienen una fuerza y una influencia social más allá de lo político que en Uruguay no hemos logrado, y no por falta de esfuerzo o dedicación a esta causa. Como dice Estela, el número 128 es muy lindo, pero aún es insuficiente. Esta es una lucha del día a día. Pero hay una cantidad de cosas que están creciendo, como la Marcha del Silencio de cada 20 de mayo, que es realmente impresionante y atronadora, que la llevan a cabo familiares de detenidos-desaparecidos con tremenda organización y la gente acompaña. En esas manifestaciones nos esperanzamos para que en algún momento se pueda dar vuelta esa tortilla, que es tremendamente injusta. 

¿Cómo es dar la prueba de admisión para competir oficialmente en el carnaval de Montevideo luego de estar fuera de él desde hace seis años?

Y: Hay más que nada alegría. Tenemos la posibilidad de sentir de nuevo una cantidad de cosas que se sienten cuando uno empieza a transitar otra vez los beneficios de la creación de un espectáculo. Es revivir, es empezar a crear otra piel. Por ahora la alegría le gana a la presión, que no es algo que haya paralizado a la Catalina. Al costo que sea, hemos podido transformar esa presión en trampolín y obviamente eso no significa que no nos tomemos en serio el laburo y que no seamos responsables. Pero siempre elegimos tener en cuenta que la alegría de intentar la vuelta y recuperar la conexión directa con la gente en el carnaval nos pesa por encima de todas las cosas y es lo que más brilla en todos los balances que hagamos. No le tenemos miedo a esa presión: le tenemos fe a la alegría.

Agarrate Catalina puso una vara muy alta en la concepción de sus espectáculos en cada carnaval, y se supone que hay que sostener el prestigio que ya consiguieron.

T: Sí, pero no lo podemos tabular en términos de resultados o de producto. Más allá de eso, esto pasa por el evento de juntarnos, de participar, de armar un espectáculo, por el disfrute creativo.

¿No vuelven para salir primeros en el certamen?

T: Mirá, puede llegar a ser un efecto colateral salir primeros o últimos.

Y: No es el faro ni el motor.

T: Las veces que hemos salido últimos o las veces que hemos salido primeros han sido consecuencias colaterales, no han sido el objetivo. Por supuesto que es mucho más lindo cuando esa consecuencia es favorable, porque junto con tu consagración y tu logro va agregada la alegría de una barriada, de una masa social, de hinchas y amigos que abrazan la causa como propia. También es la legitimación del buen trabajo que lleva su galardón para el “saquito”. Eso no es una condición sine qua non y no es el objetivo final. Si viene, bárbaro. Pero nos pesaría si fuera nuestro objetivo y no lo lográramos.

Y: Y si no tuviéramos ganas de juntarnos e hiciéramos eso de manera forzosa.

¿Cómo marcha el proceso creativo?

T: Divino. Si no es la vez que más tranquilos lo armamos pega en el palo, porque nos tomamos nuestro tiempo, se dio naturalmente, no corrimos detrás de ninguna zanahoria. Más bien ocurrió orgánicamente y la verdad es que estamos contentos.

Tabaré, volvés a dirigir la Catalina después de varios años. ¿Con qué formación saldrán?

T: Después de ocho años, sí. Hay algunos componentes aún a la espera de definir cuestiones laborales, pero la plantilla es la del último carnaval en que la murga participó.

Y: Son los mismos compañeros del espectáculo “Un día de Julio”. Repetimos cosas que nos enamoran y reencontramos otras que tenemos muy atesoradas de nosotros mismos y de nuestra historia. Descubrimos cosas nuevas como juntarnos con compañeros de la guardia vieja fundacional –hay quince de los fundadores de la murga–, que estuvieron hace dieciocho años cantando en la primera tarde de un sábado. Y a su vez hay tres o cuatro de los compañeros más nuevos, y todo eso genera una alegría que baña todo de un barniz de novedad que nos tiene muy entusiasmados.

Freddy “El Zurdo” Bessio, una de las figuras más rutilantes del carnaval montevideano, volverá a salir con Agarrate Catalina.

Y: Sí, “El Zurdo” está contentazo, hacía tiempo que tenía ganas de volver a la Catalina. Deja un lugar que también quiere mucho, como es la murga Curtidores de Hongos, de la que es cofundador en su nueva etapa con Daniel Carluccio del 94 para acá. Y deja además –en un gesto que denota su amor por el proyecto y la familia de la Catalina– la posibilidad de tocar en la batería de los Curtidores con su hijo para venirse a la Catalina. Eso es un desprendimiento absoluto, una muestra de amor que agradecemos y disfrutamos.

¿El espectáculo ya tiene nombre?

T: Sí, se llama “Los defensores de causas perdidas”, como una asociación de causas perdidas.

Y: Los cuplés del espectáculo hablarán de todo un poco, porque la murga nos permite anexar todo lo que nosotros sintamos que tenemos que poner, y con todos los climas y todos los tratamientos: el humorístico, embroncados, esperanzados, sutiles o más duros y directos. Va a haber una cantidad de cosas que van a tener que ver con la Catalina de siempre, pero también otras muy renovadoras. 

Los títulos de la Catalina

Surgida de la categoría “Murga joven” en el carnaval de 2003, Agarrate Catalina ganó el primer premio del certamen en 2005 con “Los sueños”, espectáculo que incluyó un memorable cuplé en el que parodiaron a Pepe Mujica. Un año después volvió a imponerse con el espectáculo “El fin del mundo”. En 2008, con “El viaje”, la murga se alzó con su tercer título. En 2011 regresó al primer lugar con el espectáculo “Gente común”. Su última aparición en el concurso oficial fue en 2012, por lo que la expectativa tras seis años de ausencia es creciente entre los seguidores del grupo.

Para quienes no soporten la ansiedad hasta el febrero montevideano de 2019, podrán reencontrarse con la Catalina en La Trastienda porteña los próximos 29 y 30 de noviembre y el 1º y 2 de diciembre. Y el 5 de diciembre llegará al Teatro Metro de La Plata con su show “15+2”, en el que repasará sus diecisiete años de fructífera carrera.