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Protesta, social sí; mayorías electorales, no se sabe…

En Argentina la participación ciudadana y la movilización callejera son factores esenciales del acontecer político. Las luchas desde las bases de la sociedad no se traducenfácilmente en cantidad de votos. Enfrente del bien común de la población están los poderes más gigantescos del país y del extranjero.

Por Miguel Croceri (*)

En aquella parte de la ciudadanía argentina que rechaza o repudia a la gestión de Javier Milei, así como en las dirigencias y militancias de todo tipo e igualmente en los medios de comunicación que expresan similares posicionamientos contrarios al oficialismo, generalmente cunde un sentimiento de desazón porque no hay reacción de la sociedad acorde al daño que está perpetrando el gobierno de extrema derecha.

Dicho sentimiento es legítimo y probablemente razonable, pero una observación de las contradicciones que lleva implícita cualquier dinámica social, más las disputas entre intereses contrapuestos y en general la complejidad histórica de la vida colectiva, permite interpretar los hechos de otra manera.

Protestas existen muchas y muy valientes en casi todo el territorio nacional, aunque eso no signifique que la movilización popular se traduzca automáticamente en la conformación de mayorías electorales.

En la semana pasada volvieron a quedar expuestas la persistencia de distintos y muy diversos sectores sociales para manifestarse en el espacio público callejero, y en sentido contrario la brutalidad descomunal de la represión estatal, incluida la agresión a cronistas y reporteros/as de los medios que no son cómplices del régimen gobernante y por eso tratan de mostrarle a la opinión pública la alevosía del accionar oficialista.

Respecto de este último punto -el de la violencia represiva- es necesario resaltar que no toda la responsabilidad es de Milei y de la ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich. Las fuerzas de choque -absurdamente llamadas “de seguridad”- que atacan a la gente común del pueblo cuando se manifiesta en las calles, particularmente en el centro porteño, incluyen a la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, que depende del jefe de gobierno capitalino, Jorge Macri.

La alianza U + D (ultraderecha más derecha), que a lo largo de más de un año y medio ha  sido el sostén parlamentario del gobierno de Milei, también se establece de hecho en el pacto represivo conjunto mediante el cual descargan la violencia estatal contra los derechos ciudadanos y las libertades democráticas.

Tres días de una misma semana

Más allá de los peligros para la integridad física y emocional de las personas que participan, Argentina sigue siendo un país donde las protestas sociales y la movilización callejera constituyen un factor esencial de los acontecimientos públicos. Así ocurrió durante tres días seguidos la semana pasada.

El martes 5 tuvo lugar la marcha de personas con discapacidad y sus familiares, en defensa del sistema de protección salvajemente eliminado por el gobierno de ultraderecha. En particular, las/los manifestantes expresaban su oposición al veto de la ley de Emergencia en Discapacidad, sancionada por mayorías parlamentarias y que Milei -como es habitual- decidió anular.

En un hecho de violencia política que exime de todo calificativo moral acerca de las autoridades que dan las órdenes y asimismo respecto del personal armado que las ejecuta, los/las policías y gendarmes empujaron, agredieron y amenazaron a personas con discapacidad que reclamaban pacíficamente por sus derechos. (Crónica del diario cooperativo Tiempo Argentino, reproducida por el portal autogestivo La Vaca. Nota del 05/08/25).

El miércoles 6, en el día de la semana que valiosos y valientes grupos de jubiladas/os han convertido en la jornada habitual donde se ejerce y simboliza el repudio contra el gobierno, se movilizaron esta vez no solo adultos/as mayores/as que demandan por sus derechos jubilatorios, sino también personal del Hospital Garraham, otros/as trabajadores/as del Estado, y además contingentes estudiantiles.

Una vez más la respuesta de los poderes Ejecutivos de la Nación y de la ciudad de Buenos Aires, fue descargar su constitutiva y esencial violencia represiva contra ciudadanos/as que se niegan a ser humillados/as por decisiones gubernativas y agredidos/as en su calidad de vida.

Y además, las fuerzas de choque estatales se ocuparon otra vez de ensañarse con trabajadoras/es de prensa que realizan su labor periodística en el lugar para contra-restar el ocultamiento de los hechos por parte de las cadenas mediáticas más poderosas, las cuales forman parte -a veces con algunas críticas y ocasionales distanciamientos- del régimen político y corporativo que tomó el control del país desde que Milei asumió. (Una reseña de lo acontecido el miércoles puede recuperarse en Página 12, nota del 06/08/25).

A su vez, el jueves 7 tuvo lugar en Buenos Aires la caminata de miles de personas que se realiza anualmente en esa fecha, desde la iglesia de San Cayetano situada en el barrio de Liniers, hasta el centro simbólico del poder político nacional en Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno. Convocaron organizaciones de la economía popular y movimientos sociales, territoriales y barriales, con acompañamiento de gremios y centrales sindicales.

La denominada “peregrinación” que rinde tributo al llamado “patrono de los trabajadores”, y que cobrara un nuevo impulso desde que el cardenal Jorge Bergoglio fue investido como el papa Francisco, tiene sus orígenes en manifestaciones que se realizaron en la época de la dictadura en el “Día de San Cayetano”.

Esta fue la primera vez que se realizó luego de la muerte del Pontífice nacido en Argentina. La convocatoria vinculó los reclamos históricos provenientes de aquellos que se proclamaban bajo el régimen genocida, con otros que surgieron de la prédica de Francisco. Por eso esta vez la consigna fue “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”. (Vaconfirma publicó una cobertura exclusiva realizada por elfotoperiodista Pepe Mateos. Nota del 10/08/25).

Década de los años ‘90

Para comprobar que no es lo mismo una activa lucha política en las bases de la sociedad que la obtención de un caudal de votos suficiente como para desplazar a un gobierno, puede ser útil reseñar brevemente lo acontecido en nuestro país a partir de 1989 y durante más de una década.

Desde comienzos de aquel año (el ‘89), el último del gobierno de Raúl Alfonsín, las fracciones dominantes del capitalismo local y extranjero perpetraron sendos “golpes de mercado” que derivaron en dos hiperinflaciones: una a finales del alfonsinismo y otra en los inicios del gobierno de Carlos Menem. Este último, a su vez, aprovechó el estado de devastación productiva del país y de desintegración de la conciencia ideológica y moral de la sociedad, para entregar el poder real de la Nación a los grandes poderes económicos de aquí y del exterior, y a la dominación de Estados Unidos.

Se produjo de ese modo el largo periodo de destrucción masiva del empleo, la producción, el salario y la soberanía nacional que duraría más de 10 años. Este segundo proceso “neoliberal” -el primero había sido bajo la dictadura-, se prolongaría bajo el gobierno de Fernando De la Rúa, hasta que colapsó en diciembre de 2001.

A lo largo de más de una década de tremendas adversidades para la calidad de vida del pueblo y para la estructura productiva argentina, hubo innumerables (literalmente) expresiones de oposición, lucha y resistencia de los sectores perjudicados por el modelo económico y social. Aunque eso no garantiza un triunfo político seguro.

Las acciones sectoriales fueron infinitas y por momentos heroicas. De comunidades que producían rebeliones en distintas regiones o provincias; del sindicalismo combativo; del movimiento de derechos humanos; de movilizaciones ciudadanas con poca o ninguna articulación orgánica en barrios, ciudades o provincias enteras; de diversas fuerzas políticas del campo popular; del empresariado pequeño y mediano; del cooperativismo; de expresiones de la cultura y la comunicación; de múltiples organizaciones de la sociedad civil, etc.; y en los últimos años de la década con el surgimiento del movimiento de desocupados/as que pasaría a ser llamado “los piqueteros” y luego las “organizaciones sociales” o “movimientos sociales”

Sin embargo, ese inmenso proceso de protagonismo popular nunca llegó a conformar una alternativa política y electoral con aptitud para recuperar al menos una parte del poder institucional, por ejemplo el Poder Ejecutivo nacional.

Por el contrario, en la primera mitad de la década de los años ‘90, el justicialismo/menemismo ganó siempre las elecciones legislativas, además en 1994 triunfó ampliamente en los comicios para elegir a los convencionales que reformarían la Constitución Nacional, y en 1995 Menem venció con holgura (49,94 % de los sufragios válidamente emitidos, ver resultados electorales en página web oficial del gobierno argentino) y obtuvo cómodamente su reelección.

El país… y los poderes que están enfrente

La descripción de los párrafos anteriores alude a lo que pasó en la década de 1990. Nada indica que esta vez vaya a ocurrir lo mismo, ni tampoco lo contrario. El futuro no puede adivinarse, y la complejidad de los comportamientos colectivos de una sociedad -incluidos sus pronunciamientos electorales- son suficientemente intrincados y contradictorios como para asegurar anticipadamente qué es lo que va a suceder.

Este año se han producido numerosos resultados de alcance específico, en elecciones legislativas locales de varias provincias y de la capital federal. Como se sabe, un dato común en todos los casos fue la escasa concurrencia de ciudadanos/as a votar o, dicho al revés, el fuerte ausentismo electoral.

La próxima instancia determinante será la votación de legisladores/as e integrantes de cuerpos colegiados municipales en la provincia de Buenos Aires, el domingo 7 de septiembre. La trascendencia de esa votación está determinada porque en el territorio bonaerense se concentra casi el 40 % del padrón electoral nacional. Por eso se la suele definir con “la madre de todas las batallas”. (Puede ampliarse el tema en un informe realizado hace dos semanas para Vaconfirma por el periodista Daniel Giarone, con el aporte de los analistas de opinión pública Roberto Bacman y ShilaVilker. Nota del 27/07/25).

Mientras tanto el próximo domingo (17 de agosto, coincidente con la conmemoración por el Paso a la Inmortalidad del libertador José de San Martín), en todas las provincias del país finalizará el plazo para presentar las listas de candidatos/as a legisladores/as en el Congreso de la Nación, que competirán en la elección nacional del 26 de octubre.

Aún está pendiente que se definan en todo el país las candidaturas más trascendentes: las de diputados/as en los 24 distritos (las 23 provincias y la capital federal), más las de senadores/as en ocho de esas jurisdicciones (ciudad autónoma de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego-AIAS, es decir Antártida e Islas del Atlántico Sur). (Información de El Destape, nota del 18/05/25).

Luego de eso faltará todavía bastante hasta la votación más decisiva, el último domingo de octubre, prácticamente en la mitad del periodo constitucional de cuatro años para el cual fue elegido Milei.

Nadie sabe cuáles serán los resultados de cada comicio. Quizás las luchas cotidianas de infinitos sectores sociales sean insuficientos para expresarse en alternativas electorales que pongan un freno a la dramática devastación del país y a los sufrimientos cada vez peores de la mayor parte de las familias de nuestra Patria.

Pero cada semana y en incontables lugares de Argentina hay multitudes de ciudadanos/as que protestan, resisten, participan, se movilizan y luchan. De ninguna manera puede decirse que en el país “nunca pasa nada” o, como lo han dicho incluso importantes referentes políticos y del periodismo, que la sociedad está “anestesiada”.

La clave del problema reside en advertir que enfrente de los intereses de las mayorías sociales, están los intereses de los poderes más gigantescos de aquí y del mundo.

El régimen que encabeza Milei está avalado por Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional, los servicios secretos de las grandes potencias de Occidente, las mafias financieras mundiales (por ejemplo, los fondos buitre), los poderes capitalistas del país y del exterior, la fracción dominante del Poder Judicial, y las cadenas mediáticas de derecha y/o ultraderecha que trasmiten desde Buenos Aires y tienen penetración en la opinión pública de cualquier parte del territorio nacional.

No es que el pueblo argentino no reacciona, sino que los enemigos soy muy poderosos. Eso no habría que olvidarlo nunca.

(*) Publicado en www.vaconfirma.com.ar