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Privatización de Cine.ar: ahorro minúsculo y desmantelamiento cultural

El Ejecutivo nacional formalizó la transferencia de las plataformas públicas Cine.ar (incluyendo Cine.ar Play y Cine.ar Estrenos) desde el INCAA hacia la empresa estatal Contenidos Artísticos e Informativos S.A.U., dirigida por el vocero Manuel Adorni. Esta medida, promovida como una reforma administrativa para centralizar la gestión, implica los traslados de recursos, personales y derechos desde el instituto cinematográfico estatal al nuevo ente.

Las autoridades sostienen que la modificación permitirá ahorrar unos 330.000 dólares anuales, al reducir salarios y costos operativos de staff, y achicar la estructura administrativa. Sin embargo, cuando se compara este monto con el presupuesto total del sector cultural, el ahorro resulta insignificante. Un análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso concluyó que la derogación de organismos como el Instituto Nacional del Teatro o el Fondo Nacional de las Artes no implicaría un impacto fiscal neto – en el caso del FNA, apenas 0,0004 % del PBI.

Este movimiento forma parte de un ajuste más amplio: desde la asunción de Milei, el Estado redujo drásticamente su aparato cultural. Se cerraron organismos emblemáticos, se fusionaron institutos y se erradicaron programas de fomento. Por ejemplo, el Ministerio de las Mujeres pasó a ser subsecretaría, y en total ya fueron eliminados 200 espacios culturales en el Estado, explicaron desde el Ejecutivo .

Al mismo tiempo, los planes culturales sufrieron fuertes recortes: un relevamiento del observatorio Pulsar UBA indica que entre 2023 y 2025 la inversión en ciencia y tecnología cayó un 30,4 % real (de 0,302 % del PBI a 0,208 %), y el 72 % de los argentinos rechaza específicamente los recortes en cultura .

En el INCAA, el impacto fue drástico: se redujo el personal de 700 a 350 empleados, se eliminaron contratos y se clausuraron producciones con escasa convocatoria. Uno de los últimos balances mostró que el organismo pasó de un déficit operativo de 2 millones de dólares a un superávit de 4 millones, con despidos masivos, cierre de sedes y reducción de subsidios.

Del otro lado, el cine nacional enfrenta una caída del 72 % de espectadores en salas respecto al año anterior: en el primer semestre de 2024, los estrenos argentinos reunieron solo 235.421 espectadores, contra 844.976 del mismo período de 2023. Las producciones sin apoyo estatal incluso convocaron más público que las que recibieron subsidiosi.

La política cultural de este gobierno parece priorizar la “libertad económica” sobre la difusión e identidad nacional. Plataformas clave como Cine.ar —que permitió acceder de forma gratuita al cine argentino en todo el país— están siendo reposicionadas bajo un control más rígido, mientras que los organismos con trayectoria y autonomía son disueltos. El ahorro simbólico contrasta con el riesgo tangible de restringir el acceso público, debilitar las producciones independientes y socavar décadas de construcción cultural federal.

En definitiva, la medida no representa un ajuste estructural relevante, sino una acción ideológica que refuerza el patrón de vaciamiento del Estado cultural.

Tilly, Tilly, Tilly

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