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Ordenémonos, que Macri es el caos

Por Carlos Barragán

(ALBERTO) Alberto Fernández no es Cristina. Y tampoco es Kicillof, no es Rossi, no es Máximo, no es Aníbal, no es Zannini, no es ninguno de esos políticos que sentimos amigos nuestros. Alberto no es simpático ni muy querible. Alberto rompió con Cristina y se fue a tirarle piedras desde otro sector, fue uno de los que colaboró para que finalmente perdiéramos las elecciones en 2015. Alberto fue gobierno en un mundo donde eran presidentes Néstor, Cristina, Chávez, Evo, Correa, Lula, Bachelet –ponele también–. Era otro mundo, otra realidad. Bajaba la desocupación, todos los meses aumentaba la venta de autos, se pagaba la deuda, volvían los científicos, se abrían fábricas, festejábamos cosas y comíamos toda la carne que queríamos.

(CAMBIAMOS) Néstor murió, Chávez capaz que también, Correa, Lula, Dilma y Cristina son víctimas del neogolpismo de la embajada que se llama lawfare. La Patria Grande está suspendida, los nuevos presidentes destruyen todo y entregan nuestra riqueza, la miseria en su sentido más amplio es su proyecto político. Y Alberto reconstruye su amistad con Cristina. Y Cristina la suya con Alberto. Si el mundo cambia, no cambiar es suicida. Si el mundo cambia y quien tiene responsabilidades públicas no cambia, es criminal.

(OTRO MUNDO) Lo que era una solución para 2011 puede que sea un problema para 2019. Las críticas y los desencuentros en la abundancia seguramente no tienen sentido en la más absoluta pobreza. Porque ahí estamos, en la más absoluta pobreza. Pobreza en un sentido de lo que nos falta, no sólo dinero sino derechos, garantías, justicia, institucionalidad. Una profunda pobreza por donde se mire, que de seguir así hace peligrar la existencia de esta sociedad tal como la conocimos. Lo dijo Cristina, la crisis es muy profunda, pero muy profunda. Tanta como para que debamos aplicar toda nuestra astucia, toda nuestra energía militante y toda nuestra generosidad. Generosidad que será abandonar nuestro sueño de volver, de retomar la historia en aquel 9 de diciembre en la plaza. Ese sueño habrá que dejarlo para después.

(SIEMPRE ES HOY) Esta realidad nueva necesita a Alberto para reconstruirnos junto con otros sectores. Cristina lo sabe y lo dijo, y dejó claro que fue ella quien le pidió que fuese candidato a presidente. Ella lo eligió, y eso habla también de qué lugar va a seguir teniendo, un lugar que es irreductible a su sola existencia. Pero esa reconstrucción no sabemos cómo será en los detalles, y cada uno de nosotros es un detalle. Habrá que aplicar un poco de grandeza, no sacrificios, porque estoy seguro de que rápidamente viviremos mejor. Pero no es momento de exigir reparaciones ni gustos personales, ni pureza ideológica mientras se siga el camino de la justicia social.

(QUÉ SERÁ) En este esquema que será novedoso hay que entender qué es lo importante. Todos somos menos ingenuos, yo soy menos ingenuo que antes, y si me toca estar en un kiosco será vendiéndole alfajores para que lleve a la escuela el hijo de ese hombre que hoy duerme en la calle. Ese puede ser un buen ministerio de la venganza para mí. Vamos a ganar. Macri y su grupo de tareas se van. Cristina desde la vicepresidencia va a estar haciendo todo para reconstruirnos como sociedad y para revertir el avance de la miseria y el sometimiento de nuestro continente. Alberto comparte ese proyecto y por eso fue elegido para gobernar. Con una pizca de suerte, esto será así en la primera vuelta, y vamos a estar para hacerlo, para verlo y para ser felices.


 

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