Milán: un lugar nuevo

Por Ramiro García Morete

Algunas veces se aleja de la compu y  su controlador M-Audio Venom. Deja sonando y se va por ahí. Necesita comprobar que le genera en su cuerpo. Si baila, está bien. “Muy del cuerpo además de la boca”, definirá. Será por su fascinación por el funk o la música bailable, que sorprendería a aquella veterana banda de covers de música disco cuando con no más de veinte años podía tocar temas de Gloria Gaynor. “Mi toque es un poco eso: pocas notas y golpeaditas”, describirá.  La guitarra-una Gracia para ser más precisos- había llegado en la adolescencia, luego de aprender rápidamente “Come as you are” en lo de un amigo de su Madryn natal.

A decir verdad, siempre había tenido cierta facilidad para percibir la música. Su madre recuerda que con poquitos años reconocía detalles de lo que sonaba en la radio del auto. Aunque crecería entre discos familiares de Aute o Baglieto,  sería alrededor de los 12 que tendría lugar una imagen reveladora: su hermano, muchos años mayor, tocando el bajo en cuero sobre “If you  want me to stay” de Sly & The Family Stone. Si bien ya aprendía teclado en un extraño galpón con un Casio de cuatro octavas, serían los discos obsequiados de su hermano que le explotarían la cabeza: un par de Miles Davis y Bood Sugar Sex Magic de los Chili Peppers. Había algo en el ritmo, algo en esos bajos caminados que tanto le fascinan. Algo que buscaría siempre, inclusive jugando con Maxi esos temas “en joda” y que llegaron a sonar en los boliches de Madryn.

Si bien nacieron como parodias del auge del reggaetón, esos temas dejarían entrever su gusto por lo urbano y darían puntapié a Pichicho. La banda  mixta de funk, pop, cumbia y otras yerbas, se formaría y sostendría alrededor de una voluntad que llegó a su fin tras un concierto con Bersuit en la República de los Niños. Sin banda, tendría a mano su computadora y esa fijación por grabar que había surgido casi intuitivamente cuando cambió el Casio por una Tascam y que se confirmó cuando tras su efímero paso por Bellas Artes en La Plata, escogería cursar Producción Musical en Capital.

Con todo montado en su departamento cercano a la Terminal, podía bailar. Pero no cantar. Una delicada operación en sus cuerdas vocales lo sumiría en un momento muy difícil. A la par de artistas como Aminé, Ca7riel o Duki, hallaría en los ritmos del trap una rítmica seductora para atravesar aquellos meses componiendo bases y beats. Con el tiempo encontraría algo más que la voz de regreso en la garganta: una voz nueva en sus canciones. Combinando las nuevas sonoridades con la herencia rítmica del funk y su amor por las armonías, acompañaría  ese nuevo universo con visuales coloridas y contagiosas para rebautizarse. Pato Caorsi es Milán. Su alter ego pero también su lugar feliz.

“´Fume´  es una nueva búsqueda rompiendo un poco con lo que venía antes- cuenta el artista sobre su nuevo single. Incorporando cosa los  géneros actuales. Cosas percusivas sobre todo. Lo produje yo artísticamente y  lo mezcló Sebastián Altamirano”. A pesar de la calidad del videoclp que acompaña, revela: “. Lo hice yo con el celular. , Más independiente imposible. Horas culo (risas). Me encanta poder estar en todos los procesos del trabajo”. Y adelanta: “Es el primer tema de una seguidilla de temas que salgan en el 2020. La idea es que todos los temas vengan acompañados de video. Es un objetivo ambicioso…pero la idea es hacerlo porque re contra ceba. Si una foto dice más que mil palabras., un video 70 millones. Transmití s un montón de mensajes que en un video que solo con el audio quedan en el tintero. Más allá de que es una demanda hoy en día, me parece una tarea copada.  No solo en cuanto a  géneros, está bueno adaptarse a lo que pasa en todo el ambiente de la música”.

Milán compara las formas de producción: “Antes se daba más más en el ensaya y  hoy más en la compu. Yo siempre fui más de trabajar las cosas y en el ensayo terminar de cerrarlos.  Más productivo y más guiado.  Cuando hay un grupo re heterogéneo de amigos y amigas,  con buena onda, pero por ahí no pasa nada.  Tiene que haber alguien que diga vamos por acá qué onda… Y a lo sumo ahí el resto dice ´por ahi no´. Es mejor que pase algo a que no pase nada”.

Con gran sentido pop, los tracks de Milán versan sobre vínculos sentimentales pero siempre apuntando hacia arriba.  “Uno muestra lo que quiere mostrar. Por ahí sale un tema re oscurazo. Me lo guardo acá o se lo regalo a un músico amigo. No la música que ahora quiero transmitir. Lo que me pasó copado  y que hace mucho no me pasaba, es  d tener una composición, ponerle play y que me guste. Ponerlo en el auto y que me guste. Un quiebre re zarpado”.

El quiebre se dio respecto a la conformidad pero no tanto en la esencia musical, según el cantante. “ Para mi Pichicho era urbano. Había tanta mescolanza con cosas de cumbia. Pero la esencia mía fue siempre la música urbana y el funk”. Y cuenta que cuando empezó a escuchar trap “lo primero que me llamo fue lo percusivo. Pero después me gusta la melodía. Me cabe el rap, pero más las melodías. Entonces pensé  cómo mezclar el trap con lo melódico y lo que soy yo. Es una primera intención”.

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