Memorias de la resistencia

Gonzalo Leónidas Chaves, escritor, atravesado por la lucha política durante los años de proscripción del peronismo y profundo conocedor de la historia del movimiento obrero, nació en La Plata en 1939, y desde muy joven integró la denominada Resistencia Peronista. Su padre, Horacio Irineo Chaves, un suboficial del Ejército argentino que participó del alzamiento del general Valle, fue asesinado por la Triple “A” luego de la muerte del general Perón. Conoció el exilio y la persecución por su condición de militante de la “Generación del retorno”, como prefiere llamar a los jóvenes de los años setenta. En 2005 publicó La masacre de Plaza de Mayo, un libro que en su prólogo Miguel Bonasso describe como “la reparación de un olvido maliciosamente perpetrado por una historia oficial experta en cultivar la desmemoria”.

Ayer presentó su libro Rebelde acontecer: relatos de la resistencia peronista en La Plata y conversó con Contexto sobre su perspectiva histórica de aquellos agitados años de lucha.

«Últimamente se ha escrito mucho sobre el peronismo, pero la historia oral sigue siendo aún mucho más grande.”

Chaves se acomoda su abrigo y se sirve un mate hirviendo. Tiene la mirada de vidrio, brillosa; en ella guarda el registro de los momentos más crudos y combativos de la historia argentina, entre persecuciones políticas y resistencias populares a fuerza de pistola. Todo ese imaginario quedó plasmado en su libro, presentado ayer en el Centro Cultural La Grieta de La Plata.

“Este trabajo tiene la intención de recoger la historia oral del peronismo. Al menos, toda la historia oral que yo conocí, lo que yo vi de cerca, lo que escuché de las vivencias de mis amigos y mi familia. Últimamente se ha escrito mucho sobre el peronismo, pero la historia oral sigue siendo aún mucho más grande”, dijo a Contexto en la antesala de la presentación de su trabajo de reconstrucción testimonial de diversos participantes de los procesos de resistencia del movimiento peronista, a partir del derrocamiento de Juan Perón en 1955.

-¿Cómo se vincula con su vida este proceso histórico?

-El peronismo está más cerca de la leyenda que de la historia, y yo pensaba que había empezado a militar por una toma de conciencia juvenil, por lo que había aprendido de joven. Luego, escribiendo, me di cuenta de que no, de que yo empecé a militar por mandato paterno. Visitamos muchos años a mi padre en la cárcel, y siempre que iba me pedía llevar un periódico, o ir a tal lado o tal otro. Así conocí a mucha gente que formó parte de lo que llamo la resistencia peronista: héroes, personajes, compañeros. Cuando me di cuenta, lo asumí como propio.

«La historia se escribe siempre desde Buenos Aires, pero también hay historia en Córdoba, en Tucumán, en Rosario.»

-En el libro persiste de manera muy fuerte la idea de una resistencia plenamente obrera. ¿Podría profundizar este punto?

-El peronismo del 55 fue defendido por el movimiento obrero, sin duda. La resistencia estaba conformada por trabajadores y algunos oficiales del ejército comprometidos con la causa. La clase media miraba para otro lado en ese momento. Recién después de la década del sesenta, luego de la crisis de credibilidad del frondizismo, viene un proceso de nacionalización de los sectores medios y se redescubre el peronismo como un movimiento de liberación. En ese momento muchos jóvenes de familias peronistas o antiperonistas se vuelcan de lleno al movimiento, y nace la izquierda peronista.

-Existe muchísimo material escrito sobre este período histórico. ¿Qué es lo que aún falta decir?

-Mucho, falta mucho. Lo que yo mismo pude traducir en el libro es una parte, no es todo. Es una parte y una visión desde La Plata. La historia se escribe siempre desde Buenos Aires, pero también hay historia en Córdoba, en Tucumán, en Rosario. Yo hice un intento de incorporar esa historia regional marginada, pero es costoso, porque las referencias siempre parecen apuntar a la Capital Federal.

-¿Cómo ve en la actualidad al peronismo como movimiento político, y como resultante de todas estas luchas?

-Al peronismo lo han matado varias veces. Siempre se habló del fin del peronismo, que el peronismo murió, que es cosa del pasado. Pero siempre renace, y ahora renació con las nuevas generaciones que se han incorporado a la política. Creo que ese fenómeno se debe a muchas cosas, una de ellas es que con el tiempo el peronismo dejó de ser un movimiento o una doctrina y devino en una cultura. Eso hizo que mucha gente actúe como peronista sin ser peronista.

-¿Cómo es esa idea?

-Hay valores esenciales que persisten en la clase trabajadora. Por ejemplo, el sentido de la organización: donde hay tres trabajadores, hay un delegado. Eso no pasa en todo el mundo. Todo el mundo sabe que tiene derecho a tener vacaciones, a mandar sus hijos a la escuela. Ya se sabe lo que dejó en la memoria del pueblo el peronismo, y de eso no se vuelve atrás.


 

 

 

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