Ley Diana Sacayán-Lohana Berkins: una legislación que nos devuelve la dignidad

Por Claudia Vásquez Haro*

Luego de la sanción de la Ley de Cupo e Inclusión Laboral Diana Sacayán-Lohana Berkins, reflexionamos respecto de sus implicancias desde una lectura de las prácticas político-comunicacionales del colectivo travesti y trans en Argentina. También abordamos la construcción de la unidad mediante alianzas estratégicas y los desafíos pendientes en la agenda de nuestro movimiento.

En principio, es importante resaltar que esta conquista nos ubica una vez más como un país de vanguardia en el mundo en materia de derechos humanos. Resultado de la militancia de las travestis y trans organizadas, y del colectivo TLGBINB en general. Un movimiento profundamente politizado, conformado por una multiplicidad de voces, producto de entrecruzamientos varios respecto a nuestra identidad de género y su interseccionalidad con la raza y la migración, entre otras diaspóricas formas de ser y concebir nuestras identidades.

La sanción de esta ley nos va a permitir a las personas travestis y trans poder acceder a un trabajo formal sin discriminación. También, proyectar una vida en igualdad de condiciones como cualquier ciudadano común. Va a dignificar y revertir años de exclusión y criminalización, tanto por parte del Estado como de la sociedad civil.

Esto va a repercutir en lo individual y en lo colectivo. Pero también, vamos a transformar culturalmente una sociedad que históricamente asoció a travestis y trans a la prostitución y nos confinó a lugares de extrema vulnerabilidad. Sin embargo, no nos quedamos en ese lugar de víctimas, lo trascendimos a través de la organización, acción y lucha. Lo cual nos convirtió en sujetas políticas.

Una ley con nombres propios

El día de la votación presencié el debate en la Cámara de Senadores de la Nación. Solo fuimos diez personas quienes pudimos acceder a los palcos, por las medidas de seguridad establecidas por la pandemia de covid-19. Junto a Aradia García Mujica, nos escoltó personal de protocolo y ceremonial. Durante el trayecto, captó poderosamente mi atención la arquitectura del recinto: paredes y columnas de mármol, salones majestuosos con arañas de cristales que, junto a las cúpulas, dejan a cualquier persona azorada por su opulencia.

Asistíamos a un acto solemne, aquel que ni por la más remota idea se nos había ocurrido, que los tacos de las travestis y trans siempre excluidas a lugares de extrema marginalidad iban a recorrer algún día los pasillos de la Honorable Cámara de Senadores de la Nación Argentina.

Sí, estábamos ahí, en ese lugar profundamente sacralizado, donde se deciden los destinos del país. Una vez más, protagonizando la historia ¡escribiendo nuestra propia historia!, corriendo los límites impuestos por el patriarcado y la heteronorma que, en ese proceso dialéctico, amplía la noción de ciudadanía.

Allí, se me vinieron a la cabeza recuerdos de compañeras que ya no están entre nosotras, con quienes peleamos esta ley desde sus inicios. Escuché los nombres de nuestras referentas, Lohana Berkins y Diana Sacayán, ser citados por varios senadores. No solo era un reconocimiento simbólico a nuestra lucha, al activismo y la militancia travesti-trans en nuestro país, sino que en el mismo acto de enunciación se materializaban sus nombres, los cuales figuran en el texto de la ley como estandartes, inmortalizadas para siempre.

Lo que no se nombra no existe. Por eso, uno de los desafíos de nuestro movimiento es instalar el nombre de esta ley, que es «Diana Sacayán-Lohana Berkins». Lo cual permitirá mantener viva nuestra memoria, para que les ciudadanes se pregunten quiénes fueron y el rol que cumplieron en la conquista de derechos. Y para que las futuras generaciones de travestis-trans y no binarios sepan que esto ¡no fue magia!, se torna imprescindible conocer nuestra propia historia, los aportes y contribuciones de nuestras lideresas en la construcción y consolidación de nuestro movimiento.

El abrazo de Guayaquil: trava, indígena y migrante

Ni bien dieron los resultados de la votación en el Senado, embargadas por la emoción, nos fundimos en un fuerte abrazo con Marlene Wayar, una histórica militante de nuestro colectivo. Allí, experimenté el sentimiento de haber vivido ese mismo momento en el pasado. Fue en el velatorio de Diana en Laferrere, cuando nos fundimos en un abrazo con Lohana Berkins, quien estaba profundamente desbastada porque había perdido no solo una compañera de militancia y sucesora política, sino a una amiga. En aquel instante, Lohana me dijo al oído: «Este es el abrazo de Guayaquil». Esa fue la última vez que vi a Lohana en vida.

En aquel entonces, no dimensioné lo que Lohana me quiso transmitir en referencia al significado de ese abrazo, trazando un paralelismo entre nosotras con el encuentro entre José de San Martín y Simón Bolívar en la ciudad de Guayaquil.

En aquel entonces, en mi encuentro con Lohana, despedíamos a Diana, a quien un travesticida le había arrebatado su vida a los 39 años. Mientras que, con Marlene en el Senado, pese a las tristeza por las ausencias, celebrábamos una ley que posiblemente extenderá los límites de la expectativa de vida de las travestis y trans, que en la actualidad ronda los 35 a 40 años, casi la mitad de la media nacional.

Fue así como comprendí que peleábamos por una misma causa: por la soberanía de nuestros cuerpos, por el derecho al reconocimiento de nuestra identidad de género autopercibida y por acceder a una ciudadanía plena en la búsqueda permanente de una emancipación infinita.

Coalicionar con otres

En el 2012 empezamos a escribir un nuevo capítulo de nuestra historia, cuando se sancionó la Ley de Identidad de Género N° 26.743. Esa experiencia nos enseñó que para conquistar un derecho se requiere al menos construir tres grandes mayorías: una social, que la consiguió el movimiento travesti-trans instalando nuestra agenda en la opinión pública; una mayoría política, encabezada por legisladores kirchneristas; y finalmente una mayoría parlamentaria, la cual se logró cabildeando con un amplio espectro de legisladores de todos los bloques de manera transversal. Este trabajo de articulación dio como resultado la contundente votación de esta ley, que fue apoyada casi por unanimidad.

Este capital, tanto político como simbólico, significó para nuestro colectivo un punto de partida. El cual nos marcaba la agenda y una de las prioridades como condición vital era ir por la Ley de acceso al empleo formal. El trabajo ineludible de Diana Sacayán y la sanción de la Ley de Cupo Laboral en la provincia de Buenos Aires -que se sancionó en 2015- constituyó una brújula para nuestro movimiento.

Desde esa experiencia y aprendizaje colectivo, se presentaron y sancionaron leyes de cupo e inclusión en otras provincias y ciudades del país. Lo cual permitió ir construyendo amplios consensos para instalar el reclamo y la demanda al Estado para que se sancione una ley de alcance nacional y federal.

Es así como empezamos a construir el proyecto de Ley de Inclusión Laboral Formal «Lohana Berkins-Diana Sacayán», entre la Liga LGBTIQ+ de las provincias y la Convocatoria Federal Travesti Trans Argentina. Presentamos el proyecto en dos oportunidades, durante el 2016 y 2018, perdiendo en ambas ocasiones estado parlamentario. El proyecto ingresó en ambas oportunidades de la mano de la diputada nacional del Frente de Todos Gabriela Estévez. Razón por la cual la volvió a ingresar a la Cámara Baja durante el 2020.

La alianza de los tres colectivos mencionados logró la unidad entre más de 250 organizaciones de todo el país. En ese acuerdo se unificó la letra de ambos proyectos de ley y también se consensuó hablar de «cupo» e «inclusión» laboral travesti-trans. La utilización de ambos conceptos no implicaba una contradicción, porque mientras el «cupo» planteaba una política de acción positiva en cuanto a la cantidad, la «inclusión» permitía contemplar el acceso, ingreso y permanencia en los ámbitos laborales.

Además, el proyecto de «cupo» solo contemplaba la inserción laboral de las travestis y trans en el sector público. Mientras que el proyecto de «inclusión» planteaba una propuesta superadora, al garantizar la inserción laboral no solo en el sector público, sino también en el privado, generando incentivos fiscales para la contratación de travestis y trans.

Por otra parte, después de la primera reunión llevada a cabo por la Comisión de Mujeres, Género y Diversidad de la Cámara de Diputados de la Nación acordamos la unidad entre las tres grandes coaliciones para la construcción de un texto único, que llevara el nombre de Diana y Lohana, incluyendo los artículos respecto a la «idoneidad» y los «antecedentes penales» como factores no excluyentes en la implementación de la normativa, entre otras cuestiones.

Asimismo, creamos la Campaña Nacional de Cupo e Inclusión Laboral Formal Diana Sacayán y Lohana Berkins, cuyo objetivo era seguir posicionando e instalar el tema para su tratamiento en Congreso de la Nación. Durante el contexto de la pandemia, realizamos cabildeos virtuales, donde participaron alrededor de cien compañeres travestis y trans de todo el país, entre otras estrategias político-comunicacionales.

Es por ello que nuestra ley es legítima desde su origen. Porque se construyó desde las bases y representa nuestras voces y demandas en primera persona. La sanción de esta ley es resultado de la lucha del colectivo travesti-trans en Argentina, pero también de una decisión y voluntad política de un proyecto de gobierno nacional y popular, que lo encabeza en la actualidad la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

También debemos reconocer el trabajo de nuestras alianzas estratégicas con las diputadas del Frente de Todos Gabriela Estévez, Mónica Macha, Cristina Álvarez Rodríguez, Vanesa Siley; la exdiputada Mayra Mendoza (actual intendenta de Quilmes) y las senadoras Norma Durango y Anabel Fernández Sagasti, entre otras. Ellas tuvieron un rol protagónico en la sanción de la ley.

En esta decisión profundamente política también participó el diputado nacional Máximo Kirchner, presidente del bloque del Frente de Todos, para tratar el proyecto en la Cámara de Diputados en busca de la media sanción. Por todo ello, podemos sostener que el peronismo en general y el kirchnerismo en particular son la expresión política de la diversidad sexual en la Argentina.

Respecto al voto negativo y las abstenciones del bloque de Juntos por el Cambio, da cuenta del doble estándar de quienes desde el discurso defienden la República y los valores democráticos, mientras en la práctica terminan votando contra un proyecto que es transversal a todos los partidos políticos. Estas decisiones no debemos olvidarlas desde la comunidad TLGBINB y las debemos tener vivas en nuestra memoria. Porque en elles anida el germen de la indiferencia, el descarte y la política del odio.

Debemos tener claridad en esto, no es lo mismo conquistar y ampliar derechos de la mano de gobiernos nacionales y populares, que sostener los espacios de la derecha reaccionaria, que potencian el odio y la división entre les ciudadanes argentines.

Es por eso que se torna imprescindible bregar por el cupo travesti y trans en los lugares de representación política. Es hora de que las travestis y trans dejemos de ser espectadoras desde los palcos para pasar a ocupar las bancas en el Congreso de la Nación. Para tener representación política y sumar nuestras experiencias y saberes en la transversalización de las demandas sociales.

Ausencia mediática 

Mención aparte merecen los medios audiovisuales, quienes no dieron cobertura al debate en el Senado. Y en los medios gráficos, solo fue tapa en el diario Página/12, advirtiendo la indiferencia ante un hecho trascendental. Esto nos permite preguntarnos una vez más cómo nuestros temas y demandas no tienen la potencia de un factor noticiable, que interpele a los jefes de producción y redacción de los medios de comunicación. Sin embargo, mientras esto ocurría en el Congreso de la Nación, los medios televisivos prefirieron instalar como agenda el derrumbe de un edificio en Miami, al cual le dedicaron días de cobertura, potenciando la espectacularización y la repetición en serie.

Por esto, es urgente la implementación de la reciente Ley de Equidad de Géneros en los Medios de Comunicación, para transformar este tipo de prácticas. Que invisibilizan, estigmatizan y banalizan nuestras identidades y luchas colectivas. La apuesta para una comunicación democrática donde todes tengamos voz y representación será crear una agenda en los medios desde una perspectiva transfeminista, interseccional y de derechos humanos.

Pese a ello, una vez más hicimos historia, nuestro país es el primero en tener una ley de estas características. Nuestra agenda no se agota, aún tenemos muchas luchas por librar. Entre los desafíos pendientes está la reparación para personas travesti y trans mayores de cuarenta años, sobrevivientes de la violación sistemática a sus derechos humanos bajo la figura del genocidio travesti-trans. Lo que implica resarcir en términos simbólico -a través del pedido de perdón por parte del Estado argentino- y pecuniarios mediante una pensión económica vitalicia. Asimismo, nuestro movimiento demanda ser parte de la agenda emocional de nuestro país, respecto a que nuestras muertes interpelen y enluten a la sociedad en su conjunto. 

Por último, es necesario poner en valor nuestra militancia, que permitió la acumulación de capital político y simbólico a través de las experiencias y alianzas entre las tres coaliciones federales. Estas tácticas y estrategias permitieron desplazar la hegemonía lésbico-gay porteñocentrista, que hasta hace algunos años monopolizaba los espacios y la representación de nuestros reclamos, utilizando prácticas punteriles y autoritarias emanadas y heredadas del cisheteropatriarcado.

Asistimos a la reconfiguración en el mapa político del movimiento de la diversidad sexual en general y del colectivo travesti-trans en particular. Una argamasa, gestada desde los bordes y entrecruzamientos varios: fronteriza, mestiza, migrante, indígena, afrodescendiente, entre otras diaspóricas formas de ser y concebir la plurinacionalidad y la pluriculturalidad de nuestras identidades.

* Claudia Vásquez Haro es presidenta de OTRANS ARGENTINA y de la Convocatoria Federal Trans y Travesti Argentina. Doctora en Comunicación Social, docente e investigadora. Titular de la Dirección de Diversidad Sexual de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Directora de la Agencia de Noticias Sudaka TLGBI y conductora del programa radial Sudaka por la señal de Radio Provincia AM 1270.


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