Las juventudes desde la patria es el otro

Por Observatorio de Jóvenes, Medios y Comunicación 

La mención por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a aquel bautismo de fuego que Néstor enfrentó junto a Daniel Filmus, una semana después de afirmar que no dejaría las convicciones en la puerta de la Casa Rosada, no parece realmente haber sido casual. Por el contrario, en ese entonces miles y miles de estudiantes secundarios, de esa provincia y de otras, pasaban sus días entre la canchita, la calle y la casa, porque, como señaló la Presidenta, “esa provincia venía de una huelga docente de aproximadamente tres meses, además de que los maestros cobraban mal, tarde y nunca con papelitos”. El gesto es claro: la primera política del kirchnerismo fue una política de juventud.

Lo que sucedió el martes pasado supone un importante salto cuantitativo y cualitativo en cuanto al protagonismo que podrían adquirir de ahora en más las políticas de juventud.

Al mismo tiempo, la fecha elegida resulta muy significativa: todas las gestiones de los últimos doce años han homenajeado la memoria de las víctimas de la Noche de los Lápices haciendo públicas medidas de inclusión educativa y cultural pensadas con y para jóvenes. En 2006, Néstor propone que el 16 de septiembre pase a ser el Día Nacional de la Juventud; dos años después, Cristina se explaya sobre el clima de la represión durante la dictadura en nuestra ciudad, al inaugurar refacciones en el Colegio Nacional de la UNLP; en 2011, en la provincia se crea la normativa por la cual se institucionalizan los Centros de Estudiantes.

Lo que sucedió el martes pasado supone un importante salto cuantitativo y cualitativo en cuanto al protagonismo que podrían adquirir de ahora en más las políticas de juventud. Las medidas más importantes, según lo comentado por Cristina, son las siguientes: jerarquización de la Subsecretaría de Juventud –sería una Secretaría aparte del Ministerio de Desarrollo Social–; creación del Instituto Nacional de las Juventudes, del Consejo Federal de la Juventud, del Consejo Municipal de la Juventud y de la figura del Defensor de los Derechos de las Juventudes. También se institucionaliza la actualización automática de la prestación económica que asigna el Programa de Respaldo a Estudiantes Argentinos (PROG.R.ES.AR.), utilizando el mismo índice de movilidad y frecuencia que las prestaciones del Régimen de Asignaciones Familiares definidas en la Ley N° 27.160. Recientemente se habían hecho públicos los resultados de la Encuesta Nacional de Jóvenes (ENJ) 2014, el primer estudio específico sobre la temática a nivel nacional que realiza el Sistema Estadístico Nacional.

Estas políticas no podrían ser ejecutadas, y quizás ni siquiera imaginadas, si el kirchnerismo no hubiese ido acumulando esfuerzos y decisiones políticas en pos de garantizar condiciones de acceso integral a derechos a todos los y las jóvenes. Esta vocación soberana de incluir a las nuevas generaciones, respetando la diversidad de identidades que las componen, resulta similar en contenido y forma al Estatuto da Juventude sancionado en Brasil en 2013. Los ocho principios de esa normativa destacan la necesidad de promover la autonomía y emancipación de los y las jóvenes, impulsar la participación social y política, la creatividad, el bienestar, la experimentación y el desarrollo integral del joven, así como la vida segura, la cultura de la paz, la solidaridad y la no discriminación, valorizando el diálogo y la convivencia del joven con las demás generaciones.

Estas políticas no podrían ser ejecutadas, y quizás ni siquiera imaginadas, si el kirchnerismo no hubiese ido acumulando esfuerzos y decisiones políticas.

Hace diez años Florencia Saintout escribía, en un texto titulado “Construcciones de la juventud en el cruce de los siglos”, que “si la única respuesta hacia la ausencia de inclusión en un futuro y un presente entusiasmante de los jóvenes se restringe a buscar formas de ‘calmar lo salvaje’, de controlar las imágenes del malestar –del cual además se los supone culpables– sin buscar las causas profundas y sin abordar las posibles salidas, entonces podemos estar seguros de que la condición de ser joven será crecientemente más y más penosa para la sociedad toda”. Hoy podemos decir, sencillamente, que esa condición joven ha ido evolucionando en el sentido contrario, que aun más allá de los mejores pronósticos, y producto de la militancia y el trabajo de tantos y tantas, nuestro tiempo histórico supone un constante desafío en pos de ampliar los horizontes de inclusión. Recibimos de esta manera las políticas anunciadas por la Presidenta. Ahora vendrán las sesiones legislativas, el debate entre intelectuales, en las escuelas y en los clubes. Dar cuerpo a los nuevos dispositivos que crearían la Ley de Promoción de las Juventudes supone un motivante incentivo a nuestra inteligencia, creatividad y solidaridad política y académica.


 

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