La minoría celeste: el lado B del Congreso

Por Emiliano Pasquier*

Son las tres de la tarde y la Avenida Hipólito Yrigoyen todavía está semivacía. Los todavía pocos que están de este lado de la plaza ensayan canciones en contra de la ley que se votará una vez que finalicen las exposiciones de todos los diputados. Un grupo de personas se recita pasajes de la Biblia, otro grupo directamente se pone a rezar. Del otro lado de la Plaza Congreso, que hoy funciona como pulmón para separar los dos sectores que se manifiestan, llega un murmullo gigante, el sonido de las canciones del sector a favor de la legalización. Del otro lado no hay fe religiosa, pero hay fuego. Y también hay mucha más gente. De este lado, un grupo empieza a cantar “¡Viva la vida!” y el coro empieza a tomar fuerza hasta que un tipo con un megáfono interrumpe: “Por favor, quiero pedir un aplauso para la policía que nos está cuidando. Dios bendiga a la policía”. Todos aplauden.

En este extremo del Congreso, asignado a la red Unidad Provida, la avenida que cruza se llama Entre Ríos, los pañuelos son celestes y a los embriones les dicen bebitos. Banderas argentinas, imágenes de la virgen, camperas militares, rosarios, fotos de ecografías, boinas de gaucho; algunas de las cosas que más se repiten entre una multitud que no es para nada multitudinaria. En un puesto donde se venden pañuelos con la frase “salvemos a las 2 vidas”, un grupo de personas -todos de más de 40 años- charlan entre sí. “¿Viste El grito Silencioso? ¿Viste como sufren? Eso también es violencia”, comenta uno sobre un documental que tiene 34 años, la misma antigüedad que tienen las críticas que recibió de la comunidad médica, que lo considera fraudulento. Otro agrega: “No puedo creer que Macri deje debatir esto. Se hace el progre, se piensa que con esto la izquierda lo va a votar”.

 

Sobre la Avenida Yrigoyen hay una carpa con varios stands de organizaciones denominadas “pro vida”, con nombres como Juventud con una misión, Instituto para el matrimonio y la familia, o  Familia y Vida.  “Buscamos una salida con políticas preventivas, ley de adopción, apoyo a las mujeres embarazadas, educación sexual. Hay que pensar en una ley de educación sexual reproductiva porque muchos tienen miedo que en las escuelas se enseñe ideología de género”, dice Santiago Videla, que realiza seguimiento parlamentario en Más Vida, una organización que en su sitio web compara la legalización del aborto con el genocidio judío perpetrado por los nazis. “Todos los que trabajan con los pobres o con personas en situación vulnerable están a favor de la vida, porque un pobre lo único que tiene es su hijo”, agrega Videla, y a la vez justifica todos los prejuicios que genera su apellido.

Adentro del Congreso, los diputados exponen sobre el aborto. En el transcurso de la exposición diputados “pro vida” dirán que ni en la dictadura se atrevieron “a tanto”, que se usará el préstamo del FMI para pagar los abortos, que las mujeres embarazadas deberían dar sus hijos en adopción al igual que se hace con los cachorros de los perros, que la legalización provocaría el tráfico de hígados y cerebros de fetos, entre otras frases célebres. Mientras adentro continúa el debate, afuera Fernando Secin, médico con estudios en Estados Unidos, en la misma sintonía, le dice a este medio: “El aborto legal es un fracaso. El modelo es el de países serios como Chile. Fijate lo que pasó en Estados Unidos o Francia, tienen el aborto legalizado hace 40 años y las plazas están vacías, no tienen chicos, no tienen sonrisas, y están sobrepoblados de ancianos”, una descripción que le calza mucho mejor a este lado de la plaza que a cualquier país con aborto legal.

En la esquina de Entre Ríos y Moreno empieza a sonar una canción. Una mujer sobre el escenario canta “yo los quiero a los dos, que los dejen vivir, yo los quiero a los dos, no hace falta elegir”. Más tarde se proyectan videos de mujeres que dicen estar arrepentidas de haber abortado. En ese se empezaron a ver a los únicos militantes políticos que a transitaron por el acto “por las dos vidas”: los del partido Bandera Vecinal. Más tarde, se sube al escenario Viviana Canosa para conducir una ecografía en vivo “a madres con hijos de menos de 14 semanas” –así lo aclara un folleto de prensa-. Aunque el ruido de los amplificadores del escenario no deja escuchar mucho más, se sigue escuchando el murmullo de las pibas cantando del otro lado, y no se puede pensar otra cosa que todo lo que está en el escenario también se va a caer.


 

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