La ciencia como política de Estado: un nuevo centro de investigación científica

Por Alejandro Palladino

Se inauguró ayer la nueva sede del Centro de Investigaciones Geológicas (CIG) de La Plata, que depende de la UNLP y del CONICET, en un acto que contó con la presencia del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Lino Barañao. Concluida la inauguración, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se comunicó con el espacio mediante teleconferencia mientras estrenaba la ampliación de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Río Gallegos.

“Este nuevo edificio expresa una voluntad política para llevar adelante el desarrollo de la ciencia en el país” afirmó Barañao, primer ministro de Ciencia y Tecnología de la historia argentina, designado por la presidenta en 2007.

“Este nuevo edificio expresa una voluntad política para llevar adelante el desarrollo de la ciencia en el país.”

El ministro remarcó la importancia de la ciencia y las inversiones realizadas en este campo al considerar la infraestructura como “una de las líneas fundamentales de este proceso, no encarada simplemente como una operación inmobiliaria, sino de la mano de un plan llevado a cabo por el Ministerio que articula con la planificación, la evaluación y el establecimiento de prioridades como una política a largo plazo que permita acoplar el conocimiento con la actividad productiva”. En este sentido, la presidenta dio la estadística de los 190 mil metros cuadrados de infraestructura en investigación científica en los últimos años y la federalización del CONICET para que el conocimiento no sea algo exclusivo de las élites de los grandes centros urbanos.

Barañao también reflexionó sobre el trabajo conjunto entre el Ministerio, el CONICET, la UNLP y demás Universidades en la formación de profesionales, y la tarea del Ministerio de insertarlos en el sistema productivo y la administración pública.

Y, con respecto a la geología en particular, señaló que “es una disciplina donde se evidencia la relación entre la formación de recursos humanos en investigadores y su impacto en el sector productivo, por la explotación de recursos naturales como el gas, el petróleo y el cemento”.

Por su parte, el director del CIG, Dr. Carlos Rapela, mostró su alegría por el nuevo edificio: “esto es un hito trascendental en la historia de la institución”.

El centro que preside Rapela tiene 35 años de trabajo en la ciudad. Antes funcionaba en una casa cedida por la UNLP y con un anexo del CONICET, en un lugar no apropiado para un centro que, entre otras cosas, hace investigaciones químicas a pocos metros de la calle, lo que aparejaba límites a la labor científica. El CIG cuenta con veinte investigadores y veinticinco becarios. Allí se realizan investigaciones geológicas de todo tipo, desde la historia de la conformación del continente hasta cuestiones más complejas como la búsqueda de yacimientos de gas y de petróleo en las cuencas productivas del país.

“aquí se hacen estudios hidroquímicos y de geología ambiental en todos los ambientes costeros de la provincia de Buenos Aires, lo que da cuenta de la directa relación con la comunidad.”

Rapela señaló que “aquí se hacen estudios hidroquímicos y de geología ambiental en todos los ambientes costeros de la provincia de Buenos Aires, lo que da cuenta de la directa relación con la comunidad”.

Sergio Matheos, subsecretario de coordinación institucional del Ministerio de Ciencia y Tecnología e integrante del CIG, expresó su doble orgullo por la inauguración y le dio relevancia al trabajo hecho en conjunto entre el Ministerio, el CONICET y la UNLP: “Estamos los tres en una misma dirección. Es histórico que en Argentina haya un interés en que la ciencia sea productiva, innovadora e inclusiva, donde se fomentan los microemprendimientos y pequeñas empresas que vuelquen su valor agregado en la sociedad.

La ciencia como política de Estado tendrá otra inauguración en 2016, cuando se estrene el edificio en construcción dedicado a la física, vecino al del CIG, en diagonal 113 y calle 64.


 

 

SECCIONES