Instituto 8: el drama de 1.500 alumnos y más de sesenta profesores que se quedarán en la calle

Por Agustina Tittarelli

El Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 8 de La Plata depende de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires. A fines de noviembre de este año va a ser desalojado, ya que el gobierno provincial no paga el alquiler del edificio desde hace dos años. Unos 1.500 alumnos y más de sesenta docentes quedarán en la calle.

El Instituto surgió en 1948 como Escuela de Bibliotecarios, cuenta con once carreras y este 30 de agosto cumplió setenta años, siendo el primero en incluir la modalidad de estudio a distancia en la Argentina. Algunas de las carreras que tiene son: la Tecnicatura Superior en Locución, en Producción y Dirección de Radio y Televisión, en Gestión Cultural, en Museología, en Bibliotecología, entre otras.

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Luján tiene pelo negro, ojos oscuros y labios rojos como la remera que lleva puesta. Está en el segundo año de Bibliotecología. Es niñera, vende tortas en las ferias los fines de semana y productos de Natura de forma particular. Por la noche cursa en la sede central del Instituto, adonde disfruta ir gracias a sus compañeros y sus mates. Eligió la carrera porque, además de que la franja horaria vespertina le permite trabajar y estudiar al mismo tiempo, le apasiona la idea de ser una gestora de información. “Somos esas hormiguitas que granito a granito catalogan, ordenan y mantienen colecciones enteras de documentos con información de lo más variada. Me gustan mucho las bibliotecas escolares y las populares con su rol social”, cuenta.

El viernes 26 y el sábado 27 de octubre docentes y alumnos se manifestaron en la esquina de 7 y 50 ante la situación inminente de desalojo con una radio abierta. La orden judicial prevé la desocupación del edificio ubicado en 45 e/ 4 y 5, ya que el dueño no recibe el pago del alquiler por parte del gobierno provincial hace dos años. Alumnos y docentes pegaron folletos en los postes, los repartieron a los transeúntes y a los autos cada vez que el semáforo se ponía en rojo. Consiguieron muchas adhesiones y firmas, hubo quienes se pararon en la esquina, curiosos, a preguntar qué sucedía y cómo podían ayudar.

Luego de haberse encontrado con mucha solidaridad y manifestado ese fin de semana, lejos de recibir una respuesta favorable, la situación empeoró: les dijeron que tanto los directivos del Instituto como los alumnos debían encargarse de buscar un edificio si querían continuar. Y que de ahí aprobarían o no el otorgamiento del mismo. Frente a esta negativa, Cecilia Luis (alumna) redactó una carta en conjunto con sus compañeros que llegó a la Cámara de Diputados, en busca de una solución a esta situación angustiante.

“Queremos una ayuda. La carta no tuvo trascendencia mediática ya que simplemente queríamos que llegara a la Cámara. La respuesta que nos dieron desde la Dirección de Educación y Cultura es que las autoridades del Instituto y los alumnos busquemos un edificio si queríamos seguir, pero no nos supieron decir por qué hace dos años dejaron de pagar el alquiler. El desinterés en materia educativa que tiene el gobierno es notable, no le reditúa la educación pública. Acá se forman profesionales de distintas áreas de mucha calidad. Yo vengo de Capital a estudiar, tengo compañeros que vienen de todas partes del país. Tenía muy buenas referencias del Instituto así que por eso lo elegí. Necesitamos un espacio físico para que se puedan seguir dictando las carreras. Estamos a la espera de que alguien nos llame para brindarnos una solución, poder frenar esto. Mientras tanto, seguimos en la lucha”, se lamenta Cecilia.

“La mudanza del Instituto va a llevar tiempo, las modificaciones también. De acá a diciembre no queda nada, tenemos finales, cierra el cuatrimestre, comienzan las inscripciones para los ingresantes. Estamos muy preocupados”, afirma la delegada que representa al Instituto 8, Rocío García, quien lleva consigo a todos lados actas y papeles del Consejo Escolar, de la Dirección de Educación y de cada reunión a la que asiste.

El Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 8, cuenta con estudiantes que vienen desde La Quiaca hasta de Tierra del Fuego a estudiar de manera semipresencial. “En este último tiempo dejaron varios chicos. Por el contexto económico no pueden venir, no pueden seguir estudiando, les cuesta mucho pagar la pensión, el hotel. Ellos realmente desean estudiar. Y si vienen acá es porque no tienen la carrera cerca de su casa, eso es lo que el Estado no ve. No les está garantizando el derecho a educarse –manifiesta Lorena, docente de Literatura de una de las carreras desde hace poco más de quince años–. Elegimos no cortar la calle y manifestarnos pacíficamente con la radio abierta porque queríamos que las personas se enteren de lo que nos está pasando. Quizá para los grandes medios no sea importante que el Instituto 8, sus docentes y alumnos queden en la calle, pero para nosotros sí. Somos perjudicados por el plan de desguace en materia educativa que está haciendo este gobierno”.

Setenta años de historia pasaron por aquel edificio de estilo barroco-francés, en cuyas aulas albergó a generaciones de bibliotecólogos, museólogos y locutores. Ese instituto, donde se impartieron clases desde 1948 hasta la actualidad de manera pública, donde miles de estudiantes accedieron a un estudio superior, y que de otra manera no podrían haberlo hecho, cerrará sus puertas si Vidal no les brinda una pronta solución, convirtiéndose en otra víctima del neoliberalismo. Otra víctima de un gobierno que apuesta a la meritocracia y que desdeña lo público. Víctima de un gobierno que prevé un recorte de 300.000 millones de pesos en las carteras de salud y educación.

El neoliberalismo hace oídos sordos a los sueños de los estudiantes, de los trabajadores, del pueblo. Niega el derecho a estudiar y niega los deseos de quienes quieren contribuir a su patria con un título. El Instituto 8, que se encuentra en jaque al igual que muchas instituciones educativas a lo largo y ancho del país, aún mantiene la esperanza. Y continúa la lucha que, quizá, podrá salvarlo.


 

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