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Eternidades hechas de repente

Por Valeria Di Croce (*)

La imaginaron quebrada. Aguardaron relamiéndose el instante justo. Contaban los segundos que tardarían en verla posar sus rodillas contra el piso.

La pensaron caída. La vieron rota. La necesitaron tendida los pordioseros de un destino que no les pertenece. 

Hicieron lo de siempre: observaron sin comprender…mantuvieron la distancia que impone el exceso de pantalla. Saturados de palabras ajenas agotan sus decires y se convierten en repetidoras.

No tienen el reloj en hora. Están (viven) a destiempo.

El subsuelo de la Patria se subleva en el instante que se convierte en eternidad e irrumpe sin pedir permiso.

De pronto sucede. El tiempo ya no les pertenece.

Se materializa en la calle un cuerpo que late al pulso de su coraje. No hay miedo.

Y la pesadilla del fin de la historia recuerda que es la hora de terminar con este ensayo general para la farsa actual.

No necesitamos del odio (Les pertenece).

La historia les ha otorgado un lugar en las páginas más oscuras y aunque hoy algunos periódicos los maquillen, ustedes son el lado oscuro de la democracia, son la vereda de enfrente de la inclusión, son el odio a las mayorías, son quienes justificaron la exclusión de millones de argentinos…

Ustedes son la Traición a la Patria.

Ustedes son la negación de nuestra América (y las relaciones carnales de los ’90)

Ustedes son el fusilamiento de Dorrego.

Ustedes son la década infame.

Ustedes son Braden.

Ustedes son el Viva el Cáncer del ’52.

Ustedes son las bombas del ’55 y la “Fusiladora”.

Ustedes son la proscripción (ayer y hoy)

Ustedes son las bestias de José León Suarez y los asesinos de Valle.

Ustedes son el silencio en Trelew.

Ustedes son el invierno de nuestra primavera del ‘73.

Ustedes son el “nuevo gobierno” del 76.

Ustedes son los asesinos del 2001 y los responsables de acribillar a Maxi y Darío.

Ustedes son los cómplices de las noches. Los precursores de la derrota. Los agoreros del mal. La violencia. Las bestias del banquete en Lago Escondido. Ustedes son muerte.

Ustedes mienten.

Son el pasado que pretende volver maquillado de novedad.

Ustedes son un capítulo nefasto (otro más) de la Argentina.

Frente a Ustedes: Ella. Junto a Ella nosotros.

Frente a Ustedes La Patria. Junto a ella “el otro” que huele a Pueblo.

Ella los subleva. Los irrita. Los desborda. Los incomoda. Los vuelve impresentables.

Ella los nombra. Los señala. Los expone.

Si, a ustedes, los dueños, los que se esconden tras páginas de tinta roja. Ella los desnudó. Ella los puso en evidencia.

Los desquicia. No la pueden. La detestan. Le niegan todo, incluso la palabra. Le arrojan todo, incluso los insultos. Le quieren quitar todo (hasta intentaron con su vida) y hoy se desgarran pidiendo que no habite un balcón.

Ustedes se arrastran en estudios de televisión mientras Ella todo lo invade, íntegra, entera, enorme, gigante.

Los provoca. Los mira. Nos mira. Nos miramos.

Nunca baja la vista…no necesita hacerlo, puede mirarnos a los ojos.

 Ella es la pasión. Ella es fuego. Arrasadora.

Ustedes ni siquiera una chispa.

No han logrado comprenderla. Aguardan una y otra vez verla caer. Esperan la foto del ruego, la quieren ver suplicando y sola.

Obstinados.

Pero Ella sigue, comprende el juego que ustedes ni con las reglas escritas entenderían. Ella es Él…Ella es con Nosotros. Nosotros somos Ella.

 Ella es todos los sueños de quienes creímos en un sueño.

Ella es la despedida a Él y todo el amor de un Pueblo que no lo olvida.

Somos Él. Él es Ella. Somos Ella.

Todo avanza. Los sueños siguen intactos. Las convicciones siguen allí.

Somos cada sueño, cada promesa, cada rincón pendiente de la Patria, cada puerta por abrir…somos las sonrisas que aún faltan.

Somos la Política que debe transformar las realidades aún injustas.

Somos la militancia y el amor, somos el compromiso…

Somos el pibe que sintió el viento del cambio que significó decirle no al ALCA.

Somos la abuela que abrazó a su nieto después de más de 30 años de luchar.

Somos el llanto de esa madre que vio tras las rejas al represor que le arrancó a su hijo de entre las piernas.

Somos la vuelta de cada jueves en la Pirámide de la Plaza de Mayo.

Somos la luz que se enciende por primera vez allí donde nunca el Estado tendió un cable.

Somos las manos tendidas al pibe que nace.

Somos la computadora de un pibe que juega y aprende.

Somos la seguridad social que le garantizará igualdad de oportunidades.

Somos cada casco amarillo que vuelve a tener dueño.

Somos cada joven que ingresa a la Universidad.

Somos nuestro abuelo cobrando su jubilación.

Somos el ama de casa que se jubiló en la moratoria.

Somos la trabajadora de casa particular con derechos que acaba de cobrar en blanco.

Somos todos y cada uno de ellos.

Nunca seremos ninguno de ustedes.

Mientras Ella baila (y los irrita) los bufones de la vieja política celebran un carnaval ajeno.

Los analistas del túnel del tiempo diagnostican insistentes el fin de ciclo.

El jaque nunca es mate y ni siquiera logran hacer tablas.

El tablero en el que juegan, Ella lo pateo hace años.  
No necesita peones.  

Para ganar este partido, el de la liberación de la Patria se necesita algo más profundo: convicciones…Las tiene.

Se necesita amor, y a Ella le sobra, tiene el amor de un Pueblo que no olvida.

Las apuestas en los sótanos de poder y en las torres de la hipocresía le dictan muerte prematura al peronismo y le anuncian un final anticipado a “esa mujer”.

Ella redobla la apuesta. Los desafía. Los provoca. Los desconcierta.

Se los escucha decir que “cualquiera en su lugar” entregaría el mando, abandonaría el barco, anticiparía la salida y negociaría los términos de la partida.  No sucede.

Hace tiempo que Ella no está en el lugar de nadie (no tiene molde, tiene Coraje)

La subestimaron. Lo subestimaron. Nos subestimaron (lo siguen haciendo)

A la vuelta de la esquina no estaba el final sino el comienzo (Hoy aquí empieza todo).

 El único fin de ciclo que conocemos, ocurrió el 25 de Mayo 2003…Fue el final de un infierno neoliberal. Terminó con Él.

 La militancia es su legado. Las convicciones son su poder.

 Rugieron. Olfatearon el peligro.

Acudieron al último bastión de la resistencia conservadora: “la Patria Judicial”  y junto a la corporación mediática defienden lo único que les importa: su estilo de vida.

Se escudan con argumentos falaces que solo buscan proteger su statu quo.

Serviles. Ajenos a un Pueblo al que no interpelan ni conmueven, los políticos de la oposición se arrastran bajo la mesa buscando un lugar en el festín de los poderosos. Las sobras. Se trata de la paga de favores.

En eso andan los buitres internos.

Héctor Magnetto sonríe. Goza desde la soledad del poder lo que considera su tesoro, su trofeo. La condena. Pero su reloj ya no marca las horas. Su tiempo vital se acaba. Las garras del animal se deshacen. Se desvanece la armadura. El rey está desnudo. La plata no compra vida (mucho menos el amor del pueblo).
Las horas por venir, no le pertenecen.
Otro tiempo comienza.
¿Qué celebran se preguntan?
Que estamos vivos, que nos mantenemos de pie, que no nos han vencido (a pesar de las bombas y los fusilamientos, los compañeros muertos y los desaparecidos) que a pesar de todo (y de ellos) seguimos acá. Juntos.
Celebramos ser parte de una historia que nos contiene y nos trasciende. Que representamos en ese cuerpo enorme que se manifiesta en la calle. Celebramos nuestra identidad.
Celebramos el encuentro de los fragmentos de la Patria que se materializan en historias de vida, que se enlazan en una enorme trama y teje luchas, que al unirse fluyen…avanzan, encuentran su cauce común para luego desembocar en el mismo océano donde ella navega.
La fusilada que vive porta una identidad que encuentra sus raíces en lo más profundo de la historia. Asoma apenas y el tiempo le pertenece. Estremece. La templanza y la certeza de saber que valió la pena. La plena convicción de ser la relojera de un tiempo que le pertenece. Portadora de una potencia histórica a la que su tiempo le queda corto. Una mujer que marca una era, que impone el ritmo del momento que habita, que convierte arena en agua y logra en un instante (hecho de repente) que ese pueblo que parecía estancado, desborde en su cauce y desemboque en un aquí y un ahora que amenaza con ser Tsunami.
El tiempo cuando ella lo habita no para. La historia no se termina.

(*)  Periodista y escritora , autora de “El arca de Milei«

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