Estímulos congelados para los estudiantes universitarios

Por Gonzalo Martin

La apertura de la convocatoria 2016 de las Becas de Estímulo a la Vocación Científica (EVC) que otorga el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) a estudiantes universitarios de grado incluye una serie de modificaciones que van desde la informatización de la gestión de los planes de trabajo de los postulantes, cambios en las fechas de inicio/finalización de las tareas del becario, ampliación de la edad límite de los aspirantes y mayor tiempo para la presentación del proyecto y la documentación respaldatoria. Pero la principal novedad radica en el congelamiento de la cantidad de becas a otorgar: serán 1.500, como el año pasado, poniéndose así un coto a las políticas de promoción de la investigación entre los y las jóvenes de todas las Universidades públicas del país.

El esquema de cofinanciamiento del Programa de Becas de Estímulo a las Vocaciones Científicas hizo que todos los años desde el CIN se solicitaran los fondos necesarios para garantizar el normal desarrollo de las convocatorias. Este mecanismo acordado con las autoridades de la SPU del Gobierno anterior encontró este año un escenario totalmente distinto: durante el primer semestre, la SPU viene planteando restricciones presupuestarias que generaron alarma en la comunidad universitaria. En la Universidad Nacional de La Plata, por ejemplo, durante el mes de febrero los secretarios de Ciencia y Técnica de las 17 Facultades se reunieron con su par del Rectorado: la falta de certezas sobre la continuidad de la Becas EVC-CIN fue el tema principal de conversación frente a las pocas novedades que había sobre las fechas de apertura de la convocatoria vigente.

El Programa de Becas de Estímulo a las Vocaciones Científicas viene desarrollándose desde 2011 hasta la fecha; la experiencia recogida en todas las convocatorias anteriores lo ha dotado de una “importante valoración institucional y una evaluación favorable por parte de las Secretarías de Ciencia y Técnica” de las sesenta instituciones universitarias públicas que integran el CIN, reconoció Mauricio Horn, asesor de la Comisión de Ciencia, Técnica y Arte de dicho organismo.

Desde su lanzamiento, “el Programa (de Becas EVC-CIN) se ha sostenido sin interrupciones y ha crecido año tras año, tanto en número de becarios, como en el monto de los estipendios mensuales. Eso es un indicador fenomenal. Las Facultades y Universidades aspiran a tener más y más cupos; se trata de becas demandadas, muy requeridas”, analizó Horn, responsable de la gestión integral del programa hace ya un lustro.

Para dimensionar el impacto de las Becas EVC-CIN y tener una ponderación de su contribución a todo el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación vale atender algunos datos cuantitativos: en la primera convocatoria se adjudicaron 858 becas por un monto total que superó los ocho millones de pesos, con un estipendio de monto fijo mensual de ochocientos pesos. En la convocatoria 2013 se invirtieron 15 millones de pesos para el otorgamiento de 1.250 becas cuya renta mensual fue de mil pesos, mientras que el año pasado la cantidad de beneficiarios llegó a los 1.500, recibiendo una paga de 1.500 pesos, lo que demandó una partida presupuestaria de 27 millones de pesos. Entonces, en el período 2011-2015 prácticamente se duplicó la cantidad de becarios CIN, los estipendios aumentaron año tras año (a un promedio de entre el 15 y 20% interanual) y los fondos destinados al financiamiento de las experiencias formativas de estos jóvenes investigadores registraron un incremento de más del 300%.

Uno de los factores que sustentan esta dinámica expansiva del Programa de Becas de Estímulo a las Vocaciones Científicas radica en un criterio adoptado por la Comisión de Ciencia, Técnica y Arte de CIN y avalado por el Plenario de Rectores: “Se ha planteado la disyuntiva entre aumentar la cantidad de becarios u otorgar menos becas en pos de jerarquizar los estipendios. Más allá de esa discusión, siempre se procuró aumentar la cantidad de becarios aunque fuera en desmedro de los valores de la renta, que nunca bajó, siempre se incrementó año tras año (2011, 800; 2012, 900; 2013, 1.000; 2014, 1.200; 2015, 1.500). En esa ecuación fue produciéndose un desfase respecto de otras becas con características similares también enfocadas a estudiantes avanzados de grado”, explicó Horn.

En este sentido, las Becas Entrenamiento (BENTR) de la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires (CIC), en la convocatoria 2015, tuvieron un estipendio mensual de 3.093 pesos, mientras que la Beca de Estímulo que otorga la Universidad de Buenos Aires (UBA) fue de 2.500 pesos mensuales. Aunque en estas comparaciones entran en juego cuestiones vinculadas a los reglamentos (desde la cantidad de materias requeridas para la postulación, 50% o más para UBA y CIN y a partir de 60% en CIC) y las exigencias (la dedicación en el caso de CIN es de 12 horas semanales; CIC tiene una carga de 15 horas y UBA de 20) establecidas por cada institución, actualmente, la masa crítica de beneficiarios que maneja el CIN es muchísimo mayor: cuenta con nueve veces más becarios que CIC (144) y UBA (168), con la particularidad de tener un carácter federal al repartirse en alumnos de Universidades públicas de todo el territorio nacional.

Los objetivos de las becas quedan planteados en las bases de la convocatoria 2016: consisten en “un apoyo para dedicarse durante doce horas semanales a las tareas y actividades de investigación, que se complementarán necesariamente con el avance de los estudios de la carrera de grado que se realiza”. De esta manera, la beca facilita a los beneficiarios la iniciación en investigación científica y desarrollo tecnológico –herramienta que luego podrán aplicar tanto a la prosecución de una carrera de investigador como a la vida profesional–, al mismo tiempo que, por su dedicación horaria, no perjudica su desempeño académico. En efecto, los trabajos realizados durante el desarrollo de la beca pueden utilizarse en la elaboración de una tesis de grado, representando una fuente genuina para financiar dicho proceso.

Escenario de ajuste

El CIN cuenta con un “Plan de Fortalecimiento de la Investigación Científica, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación en las Universidades Nacionales”, línea estratégica en la que se enmarcan las Becas EVC, como un componente central para incentivar la formación de recursos humanos en disciplinas científicas, humanísticas, tecnológicas o artísticas. Los recursos para su implementación provienen del aporte del CIN (reserva una suma de los fondos correspondientes a la función de Ciencia y Técnica contemplados en la Ley Nacional de Presupuesto) y, otra parte, de partidas asignadas por la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU).

El complejo contexto de escasez de recursos que afronta la SPU –encabezada por el ex rector de la Universidad Nacional del Litoral, Albor Cantard–, fue descrito por el antropólogo Alejandro Grimson en Página/12: “Los radicales a cargo de la Secretaría de Políticas Universitarias no tienen claro el futuro inmediato. Hay un gobierno del PRO, que les cedió a ellos ese cargo. Ese funcionario debería disponer de mil quinientos millones de pesos para llevar a cabo sus políticas. Hasta ahora no tiene fondos”.

Las políticas de desinversión adoptadas por el Gobierno de la alianza Cambiemos van desde la dilación en la negociación paritaria con los docentes universitarios, la paralización de obras de infraestructura ya programadas y la falta de cumplimiento con el giro de los recursos previstos para gastos de funcionamiento (denunciado por Universidades nacionales como las de Avellaneda, José C. Paz, Hurlingham y Jauretche, UNSAM, UNGS y la UNLaR). A estas dificultades económicas y financieras la semana pasada se sumó la Decisión Administrativa 519/2016, por medio de la cual el Ejecutivo dispuso un recorte de $65.664.000 a las Universidades nacionales y la reasignación de esa partida al programa de asistencia financiera y al subprograma de asistencia social de las provincias. Con esta reducción presupuestaria la gestión macrista ratifica una percepción común dentro de la comunidad científica y académica: “La ciencia no es más política de Estado”, tal como sintetizó el ex presidente de CONICET, Roberto Salvarezza.


 

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