Esclavo Creativo: aquellas pequeñas cosas

“Quizá nada de esto tenga sentido/pero con más razón/hoy dejo tirado el vestido y me muestro como soy”. A la hora de definir el sonido, no dará rodeos: “No te miente”. A decir verdad, se expresará del mismo modo sobre casi todos los asuntos. Del mismo modo espontáneo que toma su pequeña criolla en los escasos huecos que le permite la rutina de profesor de educación física y su hijo Genaro, yendo de un lugar a otro en el noble Gol 2012 que aguantó sin queja un viaje a Brasil. Si alguna melodía surge, toma el grabador y busca las palabras que mejor suenen, no las más difíciles.

Pero claro está que la sencillez no es ligereza. Quizá porque a los discos de Spinetta –que sonaban en la casa de Villa Elisa donde reside la “Valen-cueva” y donde hoy ensayan– Gerónimo Macchi sumaría afición por Pappo y sobre todo por Viejas Locas. Puede entonces –como no– que allí haya comenzado a desgranar el arte de registrar pequeños fragmentos de cotidianeidad y extraerles belleza o sentido sin ampulosa pretensión. Del mismo modo que al bautizar la banda pensarían junto a Pablo de Albuquerque en ese poeta del barrio que trabaja en un local de electrodomésticos. “A Pablo le gusta pensar en la imagen del tipo que va a laburar, que tiene una vida normal y triste», explicará. A mí me gustaría decir que es por el amo y el esclavo de Hegel. El esclavo es el único que crea porque es el único que hace”.

A Pablo lo conocería desde los tiempos adolescentes del San Francisco, cuando pasaba mil horas junto a Eric y un quincho oficiaba de bunker. Su paso por un taller artístico había sino fallido (“No lo traigan más porque no estudia”, le dijeron a sus padres) pero la afición artística siempre había estado. Aunque hoy diga que le gusta definirse por lo que hace y no por lo que supuestamente es. “Doy clases de educación física, no es que soy Profesor. Hago música, no soy músico” expresará palabras más, palabras menos. Lo cierto es que el hermano de uno de los pibes de la banda le daría sus primeras clases de guitarra y así forjaría un estilo tan clásico que no dudaría en escoger una Telecaster para grabar. Ya en años de Facultad, apenas tocarían en algún cumpleaños. Eric fallecería y habría de por medio muchas charlas y catarsis junto a Pablo hasta rearmar la banda. No es casual –aunque puede que sea otra caprichosa elucubración de quien escribe– que los primeros tiempos de la banda presentaran canciones de tono más existencial.

Canciones, siempre canciones. “Mis amigos me cargan porque uso mucho la palabra canción o menciono prendas de vestir”. Vestidos, camperas de jean o un mero roce en una noche dispararían canciones bellas y honestas, empujadas por el aire joven y renovador de Valen Macchi en batería y Ignacio Shimizzu en bajo. Cruzando distintas décadas del rock argentino (la crudeza setentosa, la canción de los ´80 y la calle de los ´90) con ciertas referencias platenses, la banda sin embargo lograría su propia voz basados en la conexión y la espontaneidad sin overdubs ni click. La voz de Gero –entre aguda y carrasposa, cálidamente frágil– se arrastra y juega sobre baladas midtempo donde no falta el groove. “Vos tus mundos” es un breve pero muy buen disco de Esclavo Creativo, donde la música se desprende de lo accesorio y recuerda que cada cosa –por pequeña que sea– vale la pena si es verdadera.

“Vos tus mundos” representa también una nueva etapa para la banda. “Nosotros venias con Pablo con otra formación, otro bajista y batero –cuenta Macchi–. Cuando se sumaron Valen y Nachito hasta dudamos en cambiarle el nombre. Esto traía otra impronta… Sangre joven… otra energía que suma un montón. Al final decidimos seguir así, para tirarle una ficha al primer disco que fue lo primero y que también nos gusta”.

Respecto a lo estilístico, “abarcamos mucho. Hay un tema que en vivo suena bien rockero, medio Zeppliano y de pronto tenés un tema que arranca con un piano”. Pero Macchi se despega de lo pretencioso: “No me gusta rebuscarme. Me da la sensación que cuando uno quiere ir más de lo que puede, el resultado no está bueno. Con lo que tenemos tratamos de hacer cosas lindas. Por supuesto que queremos evolucionar y por ejemplo estamos ensayando con click. Pero no voy a tirar notas a las que no llego o grande solos de guitarra. Hago las cosas que siento y generalmente quedan así”.

Sin maquetear y con el ensayo que sus horarios le permiten la banda grabó “medio a la carga”. Y lejos de ir en detrimento, se advierte como un valor agregado: “No te miente. Hay dos violas, un bajo, una bata y por ahí aparece un sintetizador ”.

Del mismo modo se da la composición: “Me pasan dos cosas: o la siento o no. Y si le llega a los demás, listo. Las canciones  acceden a la banda de esa manera. Llevamos algo y al toque nos damos cuenta si está bien. Después muta y cada uno le mete lo suyo. Nadie es demasiado orgulloso. Pablo –quien también canta y compone– es uno de mis mejores amigos, Valen mi hermano y Nacho, que es alguien nuevo, es hermoso. Nunca hay enojos”. Respecto a las letras, “para mí viene la palabra agarradas. Podés decir un texto hermoso pero si no está pegado a la melodía, pierde fuerza. A veces funciona más una palabra linda al oído o una linda rima que no sea un cliché”.

Macchi cuenta que además tiene un proyecto solista bajo el nombre de GEMA y que recientemente lanzó «Andate si querés», video realizado por Araceli Iriarte. En la misma línea que anteriores consideraciones, se analiza como cantante: “No me suelen gustar los cantantes más clásicos y perfectos. Me gusta que se escuche la carraspera. O dejar la notita en la puerta. Y todavía me estoy buscando”. Y en esa búsqueda, surge una certeza respecto a la banda, el disco y la condición de músico: “Ahora tengo muchas más ganas de defenderlo. Estoy más orgulloso de lo que salió”.

 

 

 

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