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«El león de plastilina»: Máximo Kirchner cruzó a Milei y llamó a romper la resignación

Máximo Kirchner cerró el Plenario de Fuerza Patria en Hurlingham, donde volvió a colocarse como voz de advertencia —y de convocatoria— frente al avance del gobierno de Javier Milei. En un discurso encendido, el presidente del PJ bonaerense alternó las alarmas por el rumbo económico y social del país con dardos directos hacia el propio mandatario, a quien tildó de “cruel”, “cobarde” y “presidente de las fuerzas de ocupación”.

El diputado no ahorró definiciones. Dijo que Milei no ejerce el poder como un dirigente electo sino como un agresor serial, que día tras día elige a quién hostigar: médicos, jubilados, docentes. «Parece el presidente de las fuerzas de ocupación, no del país», lanzó, denunciando una lógica de castigo y disciplinamiento que recae sobre todo aquel que no acate el dogma libertario.

Pero el mensaje de fondo fue otro. Kirchner no solo apuntó al oficialismo, sino a la pasividad del pueblo: advirtió sobre el riesgo de actuar como meros espectadores. «Nos van a arrebatar el país si nuestro pueblo no se transforma en protagonista de su propio destino», afirmó. Y agregó: “Un día nos vamos a levantar y no va a flamear el celeste y blanco en el mástil. Ese día no tiene que llegar jamás”.

Uno de los ejes más fuertes del discurso fue la deuda externa y su correlato en la vida cotidiana. Kirchner denunció el vaciamiento del Estado con cifras concretas: el mismo día que el país pagaba 4800 millones de dólares a bonistas extranjeros, el Instituto Nacional de Lucha contra el Cáncer fue degradado a una simple dirección. “El endeudamiento no es abstracto”, insistió. “Se siente en la vida de cualquier argentino que un día deba afrontar esa terrible enfermedad”.

La deuda, según Kirchner, no solo condiciona la soberanía económica sino también la calidad educativa, el sistema de salud y el salario real. El mensaje: lo estructural es también urgente. Y negar ese vínculo es una forma más de despolitización.

Trump, los embajadores y el “león de papel”

El tono se elevó al referirse a la situación judicial de Cristina Fernández de Kirchner. Máximo calificó de “cobarde” al presidente por cantar “que saquen al pingüino del cajón”, y lo desafió directamente: “Venga solo, sabe muy bien dónde encontrarme”. También cuestionó al nuevo embajador propuesto por Donald Trump y exigió al canciller Werthein que rechace su plácet por tratarse de una intromisión inaceptable en la vida política del país.

«Puede venir alguien del Ku Klux Klan y nosotros tendremos que mirar, pero Werthein no puede mirar para otro lado», dijo, poniendo en escena el viejo dilema entre soberanía y sometimiento.

Quizás la frase más cruda del acto haya sido la más honesta: “Me encantaría poder decirles que esto va a salir bien, pero esto va a salir mal”, advirtió a militantes y vecinos de Hurlingham. No como sentencia de derrota sino como llamado a una resistencia activa.

Kirchner pidió no subestimar el contexto: «La Argentina es un territorio en disputa», dijo, citando las palabras de senadores norteamericanos. Y dejó flotando una disyuntiva: patria libre, justa y soberana, o entrega cipayas con un pueblo triste y resignado.