Cómo el caso Santiago Maldonado se convirtió en tapa para tapar

Por Silvina Pauloni*

Según datos analizados, pudo comprobarse la omisión deliberada de hechos y evidencias, la difusión de pistas falsas, la demonización y estigmatización de Santiago Maldonado, los mapuches y su familia, en las tapas de los principales diarios (Clarín y La Nación). Estos datos fueron arrojados por un análisis de medios del Centro de Investigación y Desarrollo en Comunicación, Industrias Culturales y Televisión (CeID-TV), de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, sobre el relevamiento de las tapas de Clarín y La Nación durante los 84 días de la desaparición de Santiago Maldonado, desde el 1º de agosto hasta la aparición del cuerpo y su reconocimiento, el 23 de octubre.

El análisis realizado dejó al descubierto un mecanismo muy perverso de interpretación de la realidad, que al estar en tapa ayudó a promover la asociación de ideas erróneas que respondieron a intereses del medio, y cómo, junto con la circulación de noticias falsas y omisión de información importante, se construyó el Caso Maldonado, con la finalidad de influir negativamente en la percepción de los lectores.

El informe arrojó datos que demostraron, una vez más, una total manipulación mediática y absoluta complicidad con el poder político. La desinformación reproducida por los medios contribuyó a descalificar la investigación y el reclamo, ocultando la gravedad de que Santiago Maldonado fuera desaparecido y asesinado en el marco de un brutal operativo represivo de la Gendarmería Nacional en la comunidad mapuche de Pu Lof Cushamen de Resistencia, Chubut. De esta forma, Clarín y La Nación, contribuyeron a desviar la opinión pública de la responsabilidad del Estado, deshumanizando y estigmatizando a Santiago Maldonado.

El día que Santiago se hizo tapa

Clarín dedica su primera tapa al tema el 11 de agosto –recordemos que Santiago desaparece el 1º de agosto–, y titula: “Sin pistas del artesano desaparecido en la Patagonia”. De los 84 días de la desaparición, solo le dedica 35 tapas, de las cuales 20 se refieren explícitamente a la desaparición.

Por su parte, La Nación lo hace el 8 de agosto, publicando: “Se extiende el reclamo por un activista desaparecido”. La nota pasa desapercibida, en un recuadro lateral sin foto y omitiendo la identidad de Santiago en el título. De los 84 días de la desaparición, 44 tapas se refieren al caso y solo 28 hacen referencia a la desaparición.

¿Cuáles fueron los modos de nombrar a Santiago Maldonado y cómo se construyó su imagen en las tapas?

Una desaparición sin nombre ni rostro

En la mayoría de los titulares se nombró la desaparición de Santiago como: “Caso Maldonado”, percibiéndose titulares muy deshumanizados, orientados a tomar distancia del hecho y tratándolo como una mera noticia. Asimismo, los medios recurrieron en varias oportunidades a nombrarlo solamente con el apellido, “Maldonado”. De esta forma, lo despojaban de su identidad, generando una distancia entre el lector y la figura de Santiago cómo víctima de una desaparición forzada.

Por otra parte, ambos medios utilizaron términos como “Artesano desaparecido”, “Joven desaparecido”, “Joven artesano”, consolidando la idea de “sin identidad” y asociando su oficio con un estilo de vida. De esta forma le atribuyeron una connotación fuertemente negativa. El nombramiento como artesano, sumado a su condición de joven, lo colocó, según los medios, como una víctima potencial de lo sucedido.

La Nación titula el 8 de agosto “Se extiende el reclamo por un activista desaparecido”: “Anoche, un grupo de manifestantes que exigían su desaparición, atacó a golpes y pedradas a la policía y a la prensa frente al Congreso”. De forma muy evidente, se observa cómo se asocia el concepto de “activista” con la violencia ejercida por manifestantes. La Nación en esta tapa redobla la apuesta de Clarín y sella el discurso hegemónico con la idea de que si se es joven, artesano y activista preocupado por causas sociales es muy posible ser víctima de una represión por parte del Estado.

Activistas, jóvenes y violentos: el rostro de Santiago

Durante los 84 días relevados, Clarín ilustró el caso publicando siete fotos, de las cuales en una, y en segundo plano, puede observarse el rostro de Santiago. La Nación publicó seis fotos, de las cuales en dos aparece el rostro de Santiago en contextos violentos y/o negativos. Lo hace en un contexto donde el rostro aparece de fondo y en disturbios generados en una de las marchas. Una imagen difusa y rodeada de jóvenes encapuchados, en un marco de violencia, colabora a reforzar la idea de “activistas, jóvenes y violentos”.

Asimismo, otra foto remite a una escuela donde hay niños con sus maestras que llevan el rostro de Santiago en sus caras. La foto en sí misma es reflejo a una respuesta social que se obtuvo a partir de la viralización de la cara de Santiago en torno a su búsqueda en las redes sociales. La Nación no solo neutraliza y descontextualiza los hechos que llevaron a la toma de esta imagen, sino que además le adjudica una carga totalmente negativa, titulando: “Fuerte rechazo al uso político del caso Maldonado en colegios y jardines”. Por si fuera poco, la imagen fue acompañada de un recuadro que invitó a leer una columna de opinión titulada: “En el aula no se milita”.

La imagen instaló a través de “fuerte rechazo” una opinión generalizada y abstracta sobre el tratamiento del caso en las aulas. Por otra parte, la nota de opinión reforzó esta idea, asociando la discusión del caso en las aulas como “militancia política” y “politización del caso”.

Santiago como responsable de su desaparición

El concepto de “desaparición” en algunos casos hizo referencia a la búsqueda y ausencia de Santiago, inclusive hasta publicando hipótesis sobre dicha ausencia. Un ejemplo de ello fue: “A Maldonado lo buscan en Chile…”, dando a entender una huida voluntaria del joven al país vecino. Otra tapa publicó: “Nosotros vimos a Maldonado”, reproduciendo los supuestos dichos de una pareja de adultos mayores que aparecieron en TV afirmando que lo vieron en Río Grande.

Como si estas tapas no alcanzaran, se reprodujo la idea de que la familia de Santiago fue quien acusa a la Gendarmería. Títulos como “Señalan a la Gendarmería como responsable de su desaparición” mostraron la “desaparición forzada” como una teoría solo de la familia. Clarín enfatizó que es una figura judicial que parece conformar más a la familia que responder a pruebas que la respalden.

La Nación construyó un relato en torno a Santiago priorizando la denominación del concepto de desaparición y casi anulando el concepto de desaparición forzada. Durante el mes de agosto, las pocas notas que salieron en tapa fueron principalmente contextuales sobre la problemática mapuche, la inocencia de Gendarmería o las «críticas» frente a la primera marcha por la aparición de Santiago, que de hecho no fue mencionada por el diario en sus tapas. A finales de agosto, la evolución del caso instó a reconocerlo como de desaparición forzada gracias al pedido que hace una fiscal al juez. A pesar de esto, el cambio de caratula nunca fue tenido en cuenta por La Nación.

El Estado como víctima

Otra retórica recurrente de los diarios fue poner al gobierno como “preocupado” y “ocupado” sobre la desaparición de Santiago, deslindándolo de toda responsabilidad. Inclusive cuando en una tapa se habla del concepto de “Desaparición forzada”, como la del viernes 25 de agosto en Clarín, se lo hace en referencia a un cambio de caratula de la causa. Allí, el entrecomillado del concepto deja en claro que es la figura utilizada por la Justicia. Y para que no haya dudas, aclara: “pero no hay nada nuevo”.

Discurso hegemónico: los “enemigos”

En paralelo a la falta de investigación de los medios y a las pistas falsas sembradas en sus tapas, el gobierno tuvo también una valiosa ayuda mediática para construir un relato hegemónico con un escenario de violencia que justificaría detenciones, represiones y persecuciones. Tanto las manifestaciones de las comunidades originarias por la recuperación de sus tierras como las movilizaciones que exigieron la aparición con vida de Santiago se insertaron así en un contexto “violento” que deslegitimó todo reclamo y avaló el accionar de las fuerzas de seguridad.

Además, la prensa también se encargó de ser vocera del gobierno haciendo eco de la insistencia de la Casa Rosada de acusar a los organismos y organizaciones sociales de que el reclamo por Maldonado estaba sesgado y manchado por un uso político contra el oficialismo.

Para ambos medios, las manifestaciones de las comunidades originarias por la recuperación de sus tierras, como las movilizaciones que exigieron la aparición con vida de Santiago, se insertaron en un contexto “violento” que deslegitimó todo reclamo y avaló el accionar de las fuerzas de seguridad.

En el caso de La Nación, se mantuvo un constante desprestigio frente a la comunidad mapuche (los malos) que ocupan terrenos al sur del país, en contraposición a otros mapuches (los buenos) que no están de acuerdo con estas acciones. La caracterización negativa frente a este pueblo originario pasó incluso por la reiteración de la falta de nacionalismo y amor a la Argentina por parte de sus líderes. Colocó de un lado al juez y del otro a los mapuches, proponiendo una representación de la legalidad y la ilegalidad.

En cuanto a la consolidación de los “enemigos”, se observó la intencionalidad de relacionar negativamente la movilización social y política en torno al caso con el kirchnerismo. Es decir, asumieron y difundieron mediáticamente que fue el kirchnerismo quien movilizó a la sociedad y ocasionó “disturbios en la marcha”. Por su parte, cuando cubrieron la noticia de que la procuradora Girls Carbo “interviene en la investigación por Maldonado”, en el texto introductorio marcaron que lo hizo con intenciones políticas.

Otro enemigo notorio construido desde las tapas fue “La familia”. Clarín y La Nación replicaron la idea de que el gobierno no podía avanzar con la investigación porque la familia de Santiago Maldonado no colaboraba, eludiendo la inacción estatal y el encubrimiento de la desaparición forzada ocurrida el 1º de agosto. Por el contrario, los familiares estuvieron a completa disposición de la Justicia y fueron quienes tuvieron que insistir para que se movilizara la causa.

Resulta evidente que la narrativa discursiva y visual adoptada por Clarín y La Nación en sus tapas ayudó intencionalmente a reproducir un discurso hegemónico que buscó ocultar la referencia a la desaparición forzada en democracia. Minimizó la culpabilidad de la Gendarmería como fuerza militar del Estado y mostró a un gobierno preocupado por el caso. A Santiago lo demonizaron y culpabilizaron de su propia muerte. Tal es así que el 23 de octubre, cuando fue hallado el cuerpo, apuntaron que murió ahogado sin confirmación judicial. Ni siquiera se dio lugar a una posible interpretación contextual que evidenciara que si Santiago se ahogó pudo haber sido por la represión violenta que llevó a cabo Gendarmería.

Link del análisis: http://www.ceidtv.com.ar/contenido/la-complicidad-del-relato-hegemonico-en-las-tapas-de-los-diarios-clarin-y-la-nacion-caso.


* Codirectora del Centro de Investigación y Desarrollo en Comunicación, Industrias Culturales y Televisión de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP.

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