«El autocultivo debió estar incluido, pero se logrará»

Por Gabriel Di Battista

Su hermana, también padece neurolupus con convulsiones y, anteriormente, su madre perdió la vida tras un tumor de cerebro. Estos fueron algunos de los motivos que lo llevaron a involucrarse como profesor y educador en la temática y a realizar estudios que puedan brindar una solución a la comunidad.

Fue en 2014 cuando, tras haber leído un artículo que hablaba del cannabis medicinal, descifró que en Canadá se estaba trabajando muy bien en el tema y decidió viajar hasta allí. “El camino lo habían desarrollado haciendo fortaleza en la educación”, cuenta en una entrevista realizada por el programa «Argentina Investiga», que se emite todos los lunes a las 20 hs por Radio UNLP.

Luego del viaje, se propuso que toda la información que había recolectado impactara en la casa de estudios donde él trabajaba. Logró que un profesor canadiense se hiciera presente en una conferencia que se desarrolló en el país y también instaló todos los conocimientos en el Congreso Nacional de Neurología en 2015. «Logramos llegar a un consenso: si la crítica que le vamos a hacer a esta molécula es que le falta evidencia clínica, somos nosotros los encargados de generarla», sostiene. Fue un primer gran impacto en un camino que no era fácil y donde había cierto resquemor.

Otro paso, afirma el investigador, fue regresar a su pueblo, General La Madrid, y desarrollar un taller para concientizar. “Fue un desafío, pero se entendió que hablábamos de gente sufriendo”. Diez días después, el municipio de General Lamadrid, por unanimidad, votó una ordenanza que le pedía al Congreso de la Nación modificar la Ley de Drogas y contemplar el uso medicinal del cannabis. El camino fue largo y la lucha continúa.

¿Qué produce el cannabis? ¿En qué lugar del organismo opera? 

-En la década del noventa se descubren los receptores cerebrales. Lo que parecía un efecto mágico se descifra que no es mágico, que hay receptores en nuestro propio cerebro para esta molécula. Se descifra que nosotros tenemos nuestro propio cannabis cerebral, una sustancia que mitiga el dolor, nos mejora el sueño, nos mejora el humor, el apetito y nos da placer.

Encontramos un sistema que desde esos receptores genera ese impacto en el dolor. A fines de los noventa empezaron a aparecer los primeros sintéticos, fármacos que intentaron imitar la planta. Se intentó imitar el THC –la sustancia preponderante de la planta– ¿Y qué pasó? No obtuvo el efecto deseado. El secreto lo tenía la planta, no era solamente el THC: era el THC, el CBD, el CBG, los terpenos, era la planta en su conjunto la que tenía el secreto de cómo accionaba sobre los distintos receptores cerebrales.

-¿Cómo son las técnicas en cuanto al proceso de calidad?

-En Canadá logran una genética estabilizada: la planta que va a crecer va a tener en cada una de sus flores los mismos constituyentes. La variedad que uno esperaba encontrar ellos ya la tienen definida desde la genética estabilizada. Me vestía como para entrar a quirófano para ingresar a esas plantaciones, todo un sistema de seguridad muy importante. Totalmente diferente al autocultivo. Si yo buscaba un efecto, por ejemplo, de máxima analgesia, buscaba una variedad que yo ya la tenía definida porque la planta tenía una genética estable de la que tenía mayor cantidad de THC; si yo buscaba mejorar el insomnio, la ansiedad, buscaba cepas que eran más ricas en CBD. Ellos me daban la posibilidad en cinco variedades de que como médico pudiera seleccionar cuál era la variedad adecuada para mi paciente. Eso habla un poco de estandarizar las sustancias. Cuando uno hace autocultivo  no sabe cómo están los constituyentes. En Argentina para ser cannabis medicinal tendría que haber una indicación médica, tendría que tener una fuente legal la sustancia. Tendría que estar el Estado regulando para que estén todas las condiciones para que nadie corra riesgo.

Media sanción

-¿Qué reflexión le merece la media sanción en la Cámara de Diputados que obtuvo la legalización del cannabis medicinal?

-La media sanción la vivo con mucha emoción, porque independientemente de que los diputados legislaron sobre el cannabis medicinal, creo que ante la sociedad legitimaron el uso medicinal, se comprometieron con el tema, llevaron a la comisión de salud a todos los representantes de la problemática, pacientes, madres, ANMAT, Ciencia, Facultades, médicos, jueces, cultivadores. Pero lo más importante de esta regulación fue el camino recorrido y haber visto cómo la sociedad se fue informando y saliendo de esa construcción tan negativa que hacía difícil el uso medicinal.

-¿Qué sensación le produjo este avance, ya que usted viene luchando desde hace mucho tiempo para la aplicación del cannabis para determinadas enfermedades?

-La considero insuficiente. Creo que el autocultivo debió estar incluido, pero también pienso que se logrará en este mismo camino cuando el Estado comprenda que la demanda de los pacientes supera por mucho lo que puede resolver la importación de un aceite para la epilepsia refractaria. No debemos olvidar que el 90% de las autorizaciones en el mundo para el uso del cannabis medicinal tuvieron que ver con dolor y cáncer y ese es un problema de miles, no de cientos.

Agradezco a las mamás de Argentina que fueron la inspiración de esta regulación, a mi pueblo General La Madrid que fue el primer municipio que pidió al Congreso la modificación de la Ley y hoy le pide al Poder Ejecutivo ser el primero en producir cannabis medicinal. Debemos ser muy optimistas y entender que este fue un gran paso. Legitimar en nuestra sociedad parece más difícil que legislar.


 

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