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EEUU destroza la paz en América Latina

Con el asalto a un buque petrolero, Estados Unidos desató el terrorismo imperial contra Venezuela. La región era pacífica y “libre de armas nucleares”. Hace diez años destruyeron la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). La Argentina mileísta es cómplice del agresor. Brasil y México, contra la guerra.

Por Miguel Croceri (*)

Aunque casi nadie lo diga de forma abierta, Estados Unidos ha comenzado una guerra  en América Latina. El pasado miércoles (10/11), militares estadounidenses asaltaron en el mar Caribe un buque que transportaba petróleo de Venezuela para exportación, se incautaron de la embarcación y secuestraron a los tripulantes. (Ver reseña y comentario de la tradicional cadena informativa pública británica BBC, nota del 11/12/25).

(La imagen que ilustra esta nota fue publicada por el diario El País, de España. Muestra el momento en que un avión militar estadounidense se aproxima al buque petrolero para incautarlo. La inscripción “inclassified”, traducible como “sin clasificar”, significa que la imagen no está bajo secreto y, en cambio, fue autorizada su difusión).

Los hechos explícitos y de conocimiento público habían empezado en agosto, con el despliegue de una gigantesca flota militar en aguas del Caribe y del océano Pacífico, en proximidades de las costas venezolanas.

Y siguieron a partir de septiembre con el bombardeo de pequeñas embarcaciones en esa zona, aunque en jurisdicción internacional. Hasta el viernes reciente (12/12), un reporte de la organización “Air-wars” computaba un total de 23 ataques y 86 personas asesinadas. (Puede obtenerse información actualizada en el sitio web oficial de esa institución, que se define como “organismo de control de daños a civiles”. Ver página web de Airwars).

El gobierno de Donald Trump ejecuta, además de las hostilidades armadas, una estrategia propagandística a escala planetaria. El punto central de la campaña es que la opinión pública internacional acepte como legítimo al terrorismo imperial estadounidense porque -según la maniobra comunicacional- el objetivo es combatir al narcotráfico.

Hace tres décadas, con la lucidez de un escritor inigualable y la valentía de un intelectual comprometido con las luchas populares, Gabriel García Márquez desbarató con pocas palabras las trampas, mentiras y engaños impuestos por el poderío norteamericano. En ese tiempo el tema narco estaba focalizado en el país natal de “Gabo”, o sea Colombia, y sus críticas estaban dirigidas irónicamente a “los periodistas”, como forma sutil de denunciar a las estructuras de dominación de Estados Unidos. Además, el escritor mencionaba una cifra estimada de consumidores estadounidenses mucho menor a la actual.

Dijo García Márquez a mediados de los años ‘90: “Si Estados Unidos abastece a 30 millones de drogadictos diariamente, que compran droga sin ningún incidente, sin ningún problema, como si fuera repartir la leche, el pan o el periódico (el diario en papel), eso quiere decir que (en ese país) hay mafias mucho más poderosas que en Colombia, y una corrupción de las autoridades mucho más importante que (la que existe) en Colombia”.

“Los periodistas norteamericanos saben todo lo que saben del narcotráfico en Colombia -que es mucho- porque los periodistas colombianos lo han investigado, lo han destapado, y muchos de ellos han sacrificado sus vidas por esas publicaciones. En cambio, no sabemos nada del narcotráfico dentro de los EEUU porque los periodistas norteamericanos hacen como si ese narcotráfico no existiera”, dijo esa vez el genial escritor colombiano, uno de los grandes emblemas de la literatura latinoamericana desde las últimas décadas del siglo XX.

Un corto fragmento de aquellas declaraciones fue difundido hace un mes por la plataforma de información contra-hegemónica “Spanish Revolution”, editada en España. En un video de 1 minuto y medio publicado en su página de Facebook, la organización periodística aclaró que el consumo en la sociedad norteamericana involucra hoy a “mucho más de 30 millones, y sin embargo EEUU está utilizando la excusa del narcotráfico para intentar invadir Venezuela o Colombia, y así poder robar sus recursos naturales”. (Posteo del 07/11/25).

Región pacífica y “libre de armas nucleares”

Con la ofensiva militar iniciada de modo visible en agosto, precedida por las violentas amenazas de Trump contra países como México y Panamá (y asimismo contra el territorio autónomo de Groenlandia, situado en el extremo septentrional del continente, bajo jurisdicción de Dinamarca) cuando el dirigente ultraderechista asumió por segunda vez la presidencia en enero pasado, Estados Unidos destroza la paz en América Latina.

Las diversas naciones integrantes del subcontinente sufrían hasta el momento violencias criminales de todo tipo, entre ellas la violencia extrema vinculada al narcotráfico. Sin embargo, era una zona donde no había guerras entre los países, es decir que se mantenía la convivencia pacífica desde el punto de vista político internacional.

Incluso, por la vigencia de pactos como el celebrado en 1967 en la ciudad mexicana de Tlatelolco, América Latina es una región “libre de armas nucleares”. (Tema comentado a mediados de este año por la edición argentina de la revista Newsweek, nota del 24/06/25). El único armamento atómico que amenaza al sur continental fue implantado en las Islas Malvinas por Gran Bretaña, la potencia usurpadora.

La semana pasada, tras la incautación en el mar Caribe del barco que transportaba petróleo, el gobierno de Venezuela denunció en forma pública que “el presidente de Estados Unidos confesó el asalto a un buque petrolero”. La declaración oficial calificó al hecho como un “robo descarado” y un acto “de piratería internacional”.

“Han quedado al descubierto las verdaderas razones de la agresión contra Venezuela. No es la migración. No es el narcotráfico. No es la democracia. No son los derechos humanos. Siempre se trató de nuestras riquezas, que pertenecen exclusivamente al pueblo venezolano”, dijo el gobierno de la Revolución Bolivariana iniciada hace más de 25 años con el liderazgo de Hugo Chávez. (Crónica del diario español El País, nota del 11/12/25).

A raíz del ataque estadounidense, en principio se desconocía la suerte de los marineros que iban a bordo y tampoco se informó cuántos eran. El presidente Nicolás Maduro dijo el viernes (12/12) en un acto público que “a esta hora, los tripulantes de esa nave, de ese barco que llevaba a los mercados internacionales petróleo, que lo pagaron en Venezuela, están secuestrados, están desaparecidos. Nadie sabe dónde están. Secuestraron a los tripulantes”. (Información del portal del canal de noticias Telesur, nota del 12/12/25).

De Macri a Milei

Las condiciones para que toda América Latina, incluida Argentina, quedara indefensa ante la prepotencia imperial de Estados Unidos, empezaron a gestarse en la segunda mitad de la década pasada debido a decisiones de gobiernos pro-norteamericanos en países importantes de la región.

A partir del triunfo electoral de Mauricio Macri en Argentina en 2015, y luego el golpe parlamentario que derrocó a la presidenta Dilma Rousseff en Brasil en 2016, los Estados nacionales quedaron bajo control de gobernantes y corporaciones favorables a los intereses estadounidenses.

Se instalaron así regímenes de derecha que, como parte de sus objetivos, arremetieron contra instituciones que apuntaban a fortalecer la cooperación y la paz entre los países de la región, incluso para sus políticas de defensa.

En poco tiempo fue arrasada la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que había empezado a funcionar en 2008 y logró su conformación oficial a partir de 2011. Macri fue uno de los presidentes que contribuyó de modo decisivo a la destrucción de esa organización de integración continental.

(En 2018, los investigadores académicos Oscar Ugarteche y Armando Negrete advirtieron, en un artículo publicado desde México, que “el vaciamiento” de la institución internacional “abre la puerta a la intervención económica y política de EEUU en la región… Sin Unasur, América Latina está otra vez a merced de las disputas hegemónicas, ahora encarnadas por el conflicto en la región de China-Rusia-EEUU y sus capitales trasnacionales”. El texto se titulaba “¿Qué le pasó a Unasur”?” y se puede recuperar en el sitio web del Observatorio Económico Latinoamericano, Obela. Artículo del 22/05/2018).

Hoy Argentina está bajo control norteamericano, a través del régimen colonialista que encabeza Javier Milei. Esto le garantiza a Estados Unidos el apoyo del gobierno de nuestro país en la guerra que está comenzando y que nadie sabe/sabemos cómo continuará.

Brasil, México, Rusia

Brasil y México, las dos naciones más importantes del subcontinente -por su extensión territorial, cantidad de población y tamaño de su economía-, por el momento están preservadas de la oleada derechista y/o ultraderechista que azota a la región. Sus respectivos/as presidente/ta se oponen a la agresión de EE.UU.

El presidente brasileño Lula Da Silva conversó telefónicamente días atrás con su homólogo venezolano Nicolás Maduro. Hablaron sobre “la paz en América del Sur”, según trascendió de fuentes oficiales. (La información fue confirmada a la agencia francesa de noticias AFP y la reprodujo, por ejemplo, el diario argentino La Nación. Nota del 12/12/25).

Claudia Sheinbaum, la mandataria mexicana, en diálogo con la prensa fijó su nítida posición en torno de “la situación que está viviendo Venezuela”. Dijo que “nuestra opinión siempre va a ser la misma: no intervención, no invasión. Utilizar el diálogo para poder resolver cualquier conflicto. Solución pacífica de las controversias y autodeterminación de los pueblos”. (Publicado por “Sprinforma”, el sitio oficial del SPR, Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano. Posteo del 11/12/25).

Por otro lado, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, realizó un explícito gesto de respaldo a Venezuela. Mediante comunicación telefónica con Maduro, ambos mandatarios ratificaron “el carácter estratégico, sólido y ascendente” de la relación entre los dos países.

El gobierno venezolano informó que Putin manifestó “de manera firme y categórica” su respaldo al país suramericano en sus esfuerzos para “consolidar la paz, la estabilidad política, el desarrollo económico y la protección social” de la Nación. De modo simultáneo, las autoridades rusas comunicaron que el presidente le había expresado a Maduro su “solidaridad” frente a las “crecientes presiones externas”, además de reafirmar su apoyo a la estrategia venezolana destinada a “proteger los intereses y la soberanía nacionales”. (Tema resumido en Argentina por el diario Página 12, nota del 12/12/25).

Terrorismo imperial

Estados Unidos desató acciones de terrorismo imperial, como el asalto al barco petrolero, mientras sus estrategas planifican las posibles alternativas para la eventualidad de que consiguieran implantar su dominio sobre la Nación bolivariana.

La cadena informativa norteamericana CNN difundió que “silenciosamente, la administración Trump está trabajando en planes para el día después en caso de que Maduro sea expulsado del gobierno, según dos funcionarios estadounidenses y otra fuente familiarizada con las discusiones. (…).

“Los planes se están elaborando discretamente y se guardan bajo siete llaves, dijeron las fuentes”. (…) Incluyen mútiples opciones sobre cómo podría ser la acción de EEUU para llenar el vacío de poder y estabilizar el país si Maduro se va voluntariamente como parte de una salida negociada, o se ve obligado a irse después de ataques estadounidenses a objetivos dentro de Venezuela y otra acción directa”. (Publicado en el sitio web de CNN en Español, nota del 09/12/25). h

La posibilidad de que el presidente venezolano acepte “irse” tras una negociación, es solo parte de la propaganda de guerra norteamericana. El heredero de Hugo Chávez seguirá con vida o morirá bajo un bombardeo del enemigo, o tal vez sufrirá un atentado. Eso nadie lo sabe. Pero el país responderá en defensa propia, y el jefe del Estado estará al frente de las batallas.

El imperio más grande de la historia de la humanidad ya empezó a romper la paz en el sur continental, al que considera su “patio trasero”.

Si Estados Unidos no tuviera motivos para frenar su ofensiva criminal -lo cual tampoco puede conocerse de antemano-, todo lo que viene será muerte y desolación. Pero no solo para Venezuela y/o para Colombia: tampoco sabemos qué consecuencias sufrirá el conjunto de la sociedad argentina, en caso de que la guerra no se detenga.

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