Cristina visitó Tiempo Argentino tras el ataque e intento de usurpación

A los periodistas que la rodeaban en la vereda les dijo lo mismo que un instante antes nos había dicho dentro de la redacción a los trabajadores del diario cooperativo Tiempo Argentino, en su gran mayoría también periodistas, sobre el ataque de la patota que el lunes ocupó por unas horas el lugar y provocó destrozos: “Nunca había visto, desde la recuperación democrática, un ataque de este tipo a un medio de comunicación. No recuerdo algo así en democracia desde el 74 o 75, previo a la dictadura militar”. También repudió “la protección de la Policía a la patota que sigue libre”.

Cristina Fernández de Kirchner visitó ayer el edificio donde funcionan la redacción de Tiempo Argentino y los estudios de Radio América. Recorrió la radio y el diario con el presidente de la cooperativa Por Más Tiempo, Javier Borelli, y el director periodístico del diario, Gustavo Cirelli. Vio los destrozos que hizo la patota y charló con los trabajadores. Estuvo una hora, sentada sobre uno de los escritorios de la redacción, y remarcó que hay que accionar en la Justicia por el vaciamiento que los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel hicieron del Grupo 23.

La visita de Cristina fue luego del ataque parapolicial cometido en la madrugada del lunes por un grupo de tareas comandado por el empresario Mariano Martínez Rojas, supuesto nuevo dueño de la firma que editó el diario hasta enero pasado.

Sin intermediarios, Cristina escuchó los testimonios sobre lo ocurrido y mantuvo un extenso diálogo con los trabajadores. Le contamos todo: que diciembre de 2015 fue para Tiempo Argentino una detonación, el día 5 cobramos el último sueldo, cuatro días después el macrismo asumió el poder y a partir de ese momento quedamos a la intemperie. Le contamos que nos resistimos. Que hicimos paros, asambleas, medidas de fuerza, mientras Szpolski y Garfunkel (después también Martínez Rojas) abandonaron la empresa, la vaciaron. Y la pusimos al corriente de la protección que estos vaciadores tienen en la Justicia y el Ministerio de Trabajo de la Nación.

También le contamos que la salida al entuerto la encontramos entre nosotros: en abril constituimos la cooperativa Por Más Tiempo y empezamos a editar el diario nosotros mismos todos los domingos. La gente, nuestros lectores, nos recibieron con los brazos abiertos y nos impulsan cada fin de semana a continuar.

Pero el lunes de nuevo nos golpearon.

Sentada sobre el escritorio, Cristina nos dijo que había decidido ir a la redacción cuando vio las imágenes del violento ataque de la patota que encabezó Martínez Rojas, cuando vio que la Policía no intervenía y que cuando lo hizo fue para proteger a los agresores. Esa mañana en que vio la violencia por la pantalla de TV no pensó en mandar un repudio, pensó en ir a vernos.

Cristina fue a solidarizarse como hace quien tiene amor por su pueblo: poniendo el cuerpo. Fue una acción necesaria y valiosa, fue el gesto típico de una líder popular: ir a los problemas y las injusticias, al lugar de los hechos.

“Es necesaria una fuerte acción de los trabajadores con sus abogados ante los fiscales y los jueces, ese el camino”, dijo, y habló sobre el vaciamiento del Grupo 23: “El vaciamiento fraudulento de empresas es una figura penal, hay que denunciar con nombre y apellido y que actúe la Justicia contra aquellos empresarios que fraudulentamente vaciaron la empresa”.

En la charla se mencionó que Szpolski fue candidato a intendente del FpV en Tigre. «Hubo muchos candidatos del FpV. No me hagan hablar de todos porque la lista es larga. Me hago cargo de lo que me toca, como hice siempre cuando fui presidenta hasta el 9 de diciembre», dijo Cristina.

«Si hubiera justicia, no pasarían estas cosas. Debe responder la Justicia», finalizó.

La visita de Cristina duró una hora. Había llegado acompañada por los diputados nacionales Andrés “Cuervo” Larroque, Eduardo “Wado” De Pedro y Josefina González, y los bonaerenses Miguel Funes y Lauro Grande, y por el ex titular de la AFI Oscar Parrilli.

Con ellos salió a la calle y apenas puso un pie en la vereda los trabajadores del edificio en construcción de enfrente hicieron una pausa en su trabajo para saludarla. “Oh, vamos a volver”, cantaban con los dedos en V, aplaudiendo, dando saltitos o golpeando los cascos amarillos para marcar el ritmo.

Apenas Cristina pisó la vereda, los micrófonos y cámaras la apuntaron. Contestó las preguntas de los periodistas hasta que Parrilli la interrumpió y le señaló los hombres vestidos con overol azul y cascos amarillos que cantaban en el primer y segundo piso sin paredes de la construcción. Los saludó. Y ellos cantaron más fuerte.

 


 

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