Construir desde las cenizas de la Dictadura

Por Maximiliano Ceci

La muerte que daba vida al pueblo se había convertido en la muerte del Frigorífico Municipal de Tapalqué. La Ley Federal de Carnes que firmó Rafael Videla con Martínez de Hoz trajo como consecuencia el cierre de los pequeños mataderos centralizando y concentrando el poder en las corporaciones de la carne. Afines de la dictadura, ya no había olor a vísceras, ni río de sangre, ni cueros secándose al sol. Los frigoríficos, que Perón había nacionalizado tras expropiarlos a los ingleses, de a poco comenzaron a taparse de pastizales. Para el 2009 sólo quedaban ruinas.

A fines de ese año, sólo quedaba el fantasma del matarife comunal. El Frigorífico, que en los 60 era modelo en el país, se cerró porque no cumplía los extremos requisitos que pedía la Junta Nacional de Carnes. Los vecinos que crecieron comiendo achuras recuerdan que toda la gente que se movía trabajando alrededor del lugar, las paredes de sus casas que supieron levantar trabajando desde horas de la madrugada y el pago del estudio de sus hijos.

Recibe animales sólo de productores y luego los retiran los carniceros que el productor indica, eliminando toda intermediación

Tras dos años de reconstrucción de corrales, cámaras y el circuito de faena, el intendente kirchnerista Gustavo Cocconi lo reinauguró. Hoy, sigue creciendo y permite que en el distrito se comercialice carnes con un precio menor al 20%. Recibe animales sólo de productores y luego los retiran los carniceros que el productor indica, eliminando toda intermediación. Además, tiene habilitación de SENASA para mandar carne a toda la provincia.

“Somos el único frigorífico municipal que hace los tres servicios de faena. Hoy tenemos una capacidad de trabajo de 150 cerdos, 50 vacunos o 150 ovinos. Hace tres meses inauguramos dos cámaras nuevas y estamos preparando una sala de desposte con intenciones de en un futuro poder embalar carnes en bandeja como las de los supermercados”, contó a Contexto el director Julio Hoffman.

Desde hace unos meses se instalaron termos solares para llenar la olla de 1200 litros que se utiliza para pelar a los chanchos. “La inclusión de los termos solares nos permitió reducir considerablemente el gasto de gas y electricidad. Si bien seguimos utilizando mecheros, es sólo para mantener la temperatura del agua”, dijo Hoffman y agragó: “La apertura del frigorífico y el incentivo de políticas ganadera a la producción de carne porcina incrementó la productividad de la zona”. Además, cuenta con un laboratorio para hacer los análisis de triquina.

“La apertura del frigorífico y el incentivo de políticas ganadera a la producción de carne porcina incrementó la productividad de la zona”

A 100 metros, se está proyectando un peladero de pollos también municipal, con capacidad para 1000 aves por día. Las plantas de las grandes empresas faenan 100 mil cada día, pero el costo de elaboración por parte de la pequeña instalación será el mismo o menor, permitiendo además que productores independientes lleven sus animales vivos y los retiren faenados higiénicamente, para venderlos en la zona. Aspiran a promover el pollo campero, sobre genética del INTA.

Estas medidas tienden a potenciar la productividad y el aumento del trabajo en el distrito de Tapalqué que tiene aproximadamente 10.000 habitantes. El pueblo que históricamente fue absorbido por la actividad industrial de Azul, Olavarría u otros partidos cercanos, hoy está apostando al aumento de la producción ganadera e industrializar para dar valor agregado en origen.

“Se está trabajando para hacer una planta que trabaje los cueros que hoy se venden a licitación. Esto en suma, del peladero de aves y la planta láctea, genera nuevos puestos de trabajos y mayor rentabilidad en el distrito”, concluyó Hoffman.

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