Cómo hacer una buena fake news

Manuel Protto Baglione

Hay noticias falsas que son muy groseras, en las que nadie cree. Hay algunas que pueden engañarnos, aunque resulte fácil desmentirlas. Pero las hay que apenas son imperceptibles. Esas son las buenas buenas, las más peligrosas. Y las que exigen nuestra mayor lucidez para poder rechazarlas.

Las primeras son las que prácticamente van en contra del sentido común, inverosímiles, podríamos decir. Inclusive tenemos refranes para culpar al engañado: no hay peor ciego que el que no quiere ver. Pero esta clase de noticias no carecen de capacidad de daño: dos personas murieron en Argentina luego de que la panelista Viviana Canosa recomendara beber dióxido de cloro como una forma de protegerse de la covid-19.

Las segundas son esas que muchas veces, por el hecho de que muestran el mundo de una forma que se condice con nuestra ideología y con nuestra sensibilidad, las creemos aunque pueda alcanzar con una chequeada en un buscador de internet para develar el engaño. Es el caso de la falsa suelta masiva de violadores, en la que creyeron sin dudar todas las personas que piden mano dura, que creen que los delincuentes tienen que sufrir, o morir, etc. También es cierto que muchas personas creen en este segundo tipo de noticias falsas porque las reproducen todo el tiempo y en todos los formatos la mayoría de los medios de comunicación, que a su vez son el fragmento del periodismo dominante, neoliberal y conservador que hacen las empresas más ricas y poderosas del país. Pero tampoco es privativo de ellos: a Horacio Rodríguez Larreta le hicieron una operación repudiable un par de agencias periodísticas de La Plata en febrero del año pasado. Con un generoso uso del potencial (el clásico «habría sucedido tal cosa»), lo acusaron de haber abusado de un menor. El periodista Juan Amorín desmintió contundentemente la versión. Pero, naturalmente, hubo gente que por diversas razones creyó esa noticia.

El tercer nivel es el más complejo y sutil, el más opaco y ponzoñoso. Comienza cuando se logra instalar el mito de la objetividad periodista, de la independencia política. Ese es el gran handicap que tienen los señores de los medios y que secuestra la posibilidad de tener una verdadera democracia. A partir de este punto, ya no hablamos tanto de las fake news, sino de lo fake, es decir, de la capacidad de nombrar la realidad, de darle una forma tal que aquellos que la ven, oyen o leen acepten que esa forma es la verdadera. Y acá hay que decir que la cosa no está en diferenciar mentira de realidad, porque lo contrario de lo fake no es la realidad, sino la verdad, que siempre es una construcción histórica.

Hoy tenemos un ejemplo contundente de esto en la portada del inefable diario Clarín. El título afirma que «Hubo más de 10 mil casos, y Argentina está 11° en el mundo», y sobre el título el cintillo breve: «Coronavirus». Esto no es una noticia falsa, el dato es redondamente cierto y, como hice yo, lo puede chequear usted, su vecino y su tía (al final de la nota está el link). Pero esa misma fuente también nos permitiría titular que Argentina es el 18° país en el mundo en cantidad de muertes. Y en vez de contar, como hace el gran militante periodístico de la insalubridad pública, que el país está a un paso de ingresar en el Top Ten de los más contagiados (sic, tienen menos empatía que un tergopol), podríamos decir otras cosas. ¿Qué decimos? Que tenemos 130.000 casos más que Alemania pero menos cantidad de muertos, decimos que en España 1 de cada 14,4 enfermos de covid-19 murió, que en Inglaterra fue 1 muerte cada 11 casos. Y esta cifra, que cuanto más alta es mejor, habla de la respuesta del sistema sanitario y del Estado en general, llega a 36,6 en Chile, a 47,2 en Argentina y a 52,9 en Japón.

Ahora bien, imaginemos que somos una persona poco solidaria (las hay en demasía), con privilegios (no son tantos los que los tienen, pero muchos los que creen tenerlos) y aburrida y cansada del aislamiento (¿el 99 por ciento de la sociedad?). Yo opinaría que si esa es la noticia más relevante sobre el coronavirus, y llevamos la cuarentena más larga del mundo, y cada vez vamos peor, ¿para qué sirve el aislamiento? Luego de eso, el resultado es el obvio: la gente se cuida menos.

Ya cierro: andar desmintiendo cosas es aburrido y hasta ortiba, a nadie le gusta que le digan que lo engañan. Pero bueno, peor es que se muera gente que podría vivir, ¿no?

 

Los datos mundiales sobre la pandemia los tomé de aquí: https://www.rtve.es/noticias/20200827/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml


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