Coaching e incertidumbre: la larga fila en la Feria del Empleo Joven

Es la última jornada de la Feria del Empleo Joven en La Plata y una larga fila de adolescentes dobla la esquina a la espera de entrar al Pasaje Dardo Rocha donde se desarrolla. Abierta durante dos días por el Ministerio de Trabajo de la Nación y la Subsecretaría de Juventud de la cartera de Desarrollo Social, el evento está pensado para recibir a cientos de jóvenes sin trabajo que, según la organización, serán asesorados por profesionales en “entrenamiento para entrevistas laborales”, elaboración del curriculum y acercamiento a las más de cincuenta empresas privadas que montaron sus stands en el Pasaje para atraer incipiente mano de obra.

La expo se divide en varios sectores por intereses: por ejemplo, el espacio “Capacitate”, donde asesores realizan “coaching” de orientación laboral, o “Aulas móviles”, donde profesionales de distintos ámbitos empresariales comparten sus “mejores conocimientos” con los curiosos. No obstante, la mayoría confluye luego en una única y larga fila que se dirige a un mismo sector: El “Laboratorio de CV’s”.

En esta ala, donde se elaboran y distribuyen curriculums, se palpita el genuino objetivo de quienes asisten a la feria: pedir trabajo. A lo largo de la hilera puede observarse el amplio abanico de “empleo joven”: desde apenas egresados del secundario a licenciados universitarios, pasando por los tantos jóvenes que componen el 16,5% de desempleo en La Plata.

donde se elaboran y distribuyen curriculums, se palpita el genuino objetivo de quienes asisten a la feria: pedir trabajo.

El concepto de “primer empleo” se diluye en tanto aumenta la edad de los ya no tan “jóvenes”. Hernán tiene casi treinta años, aún no pudo terminar su carrera universitaria y tiene dos trabajos que, hoy por hoy, no le son suficientes para subsistir. “Trabajo dando clases en el FinEs, y además tomé uno de los cursos en la escuela de oficios de la Universidad, así que también soy electricista”, explica a Contexto. En este aspecto, aclara que tampoco tiene certeza de qué sucederá con su espacio en el programa FinEs, dada la eliminación de sedes que el gobierno comenzó esta semana en distintos puntos de la ciudad.

Similar es el caso de Gustavo, quien también pasó de estudiar una licenciatura universitaria a un terciario en el Normal 1 de La Plata y no tiene empleo. “Necesito trabajo para poder seguir estudiando”, sostiene.

Unos metros delante, una chica de unos veinte años comenta que “no importa lo que estudies, ni lo que quieras hacer, te derivan tus datos a cualquiera de las empresas que hay acá para ver si ‘les servís’”, y señala a su alrededor las decenas de stands de firmas como Starbucks, Burger King, Mostaza, Cerveza Quilmes, Monsanto, entre otras.

“no importa lo que estudies, ni lo que quieras hacer, le derivan tus datos a cualquiera de las empresas que hay acá para ver si ‘les servís’”.

La feria convierte al Pasaje Dardo Rocha en una gran oficina de recursos humanos, hecha a la medida de lo que el folleto de la organización define como la “cultura de la empresa”. Un espacio donde el Estado no pretende generar empleo, sino “empleabilidad” para los privados.

La situación es delicada si se tiene en cuenta que en septiembre de 2017 las mediciones del INDEC ubicaron a La Plata entre las primeras cuatro ciudades con mayor cantidad de desempleo.

“Queremos que los jóvenes se sientan acompañados en sus primeros pasos dentro del mundo laboral, y acercarles herramientas para capacitarse, prepararse para su próximo empleo y hacer realidad sus proyectos”, había definido respecto de la feria el propio Agustín Morad, coordinador del Programa Jóvenes de la cartera laboral. Al estilo Cambiemos: el Estado no resuelve, acompaña.

Mientras tanto, en un gran escenario funciona el foro de charlas “Hablamos de Todo”, un lugar abierto a la discusión de temas que van desde bullying y trastorno alimentario, hasta género o “prevención del suicidio”. Allí, el invitado especial del día es el tenista consagrado Mariano Zabaleta, quien habla de la importancia de superarse a sí mismo.

Abajo del escenario, chicos y chicas lo escuchan en silencio sentados en pufs, entre grandes almohadones de colores y mesas hechas con palets de madera y cajones con pasto sintético, fieles a la estética “eco-sustentable” que suelen emular las cervecerías de la zona porteña de Plaza Serrano.

La imagen se repite en el sector “Club de Emprendedores”, durante la ponencia “Tu basura puede ser una oportunidad”, donde un millennial diseñador explica las ventajas de confeccionar indumentaria con lonas y plástico viejo.

Entre banderines de colores que cuelgan de las sobrias y pesadas columnas del Dardo Rocha, los cientos de jóvenes que pasan por el evento enfilan a la salida sin muchas certezas del destino laboral. Una chica bromea con su amiga: “Bueno, nos llevamos unas lindas biromes y cuadernitos, ¿no te parece?”.

Justo antes de retirarse, el público puede pasar también por “Divertite”, el último sector de la expo. El objetivo de este espacio es más puntual y directo que el de los demás: mientras unos hacen largas filas para encontrar trabajo, otros pueden entretenerse un rato con un dron a control remoto.


 

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