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Cinta abierta | Marcos Canosa

Por R.G.M.

“No preguntes nada: estás adentro”. Desde el primer instante, Marcos Canosa nos sumerge en un viaje cuya cadencia está marcada por un arpegio de nylon a contra, que suena entre Jeff Tweedy y el primer Cohen. Pero lejos de ser una mera canción acústica, la voz susurrante encuentra contrapunto en delays, notas reversas, séptimas y acoples que envuelven la canción como la niebla a la madrugada.

“No entres dócil en la noche”, advertía Dylan Thomas, y un tal Yupanqui escribió: “A la noche la hizo Dios / para que el hombre la gane / transitando por un sueño / como si fuera una calle.” Pero Canosa nos invita dócilmente a un onírico viaje por una carretera perdida. Podría estar regresando de otra gira con Bestia Bebé o del rodaje de alguna película. Sin embargo, su viaje —que, entre otras cosas, incluye las preciosas melodías de Cabeza Flotante— es algo más extenso. Y, cual Lynch, elige contarlo de manera elíptica y fragmentada.

Reconocible por su capacidad de combinar con las seis cuerdas la sutileza y el noise, Canosa cita a su admirado Nels Cline y construye una atmósfera propia de esas baladas de Richard Hawley, llenas de contraste entre la calma y la perturbación. “Sube la velocidad, pero los pueblos pasan cada vez más lento”, grafica una sensación in crescendo hasta que el narrador se pierde en el paisaje cubierto de ruido y distorsión. Finalmente, es la noche quien nos gana, pero no por ello nos vence. O, como canta Canosa: “Siempre parece el final, pero estás lejos.”

PLAY>  

“La noche es el primer adelanto de un disco que vengo haciendo hace mucho tiempo. En un momento del proceso le mostré las canciones a Manza Esain, quien se encargó, entre otras cosas, de la mezcla y el mastering. Fue una parte fundamental del disco”.

REC ª

“Lo grabé en mi cuarto, con una placa, un micrófono y los instrumentos que tengo dando vueltas por ahí. La idea era experimentar con lo que tenía a mano: buscar sonidos un poco más rotos, pasar teclados por distintos pedales, probar afinaciones, grabar lo que surgiera y ver cómo todo eso empezaba a convivir — sonidos dulces y armoniosos con ruidos al borde de lo soportable. Quería lograr algo orgánico pero corrido de los sonidos más convencionales (o al menos, de lo que yo venía haciendo).

A principios de los 2000 hubo una explosión de discos grabados en home studios, donde empezaron a aparecer cosas geniales. Pienso, por ejemplo, en discos de Bradford Cox, Lone Pigeon o Animal Collective. Por ahí a nivel técnico no eran lo mejor, pero había ideas buenísimas, nuevos sonidos, todo hecho de una manera muy poco ortodoxa. Algo de ese espíritu me interesaba recuperar, y espero que el disco conserve algo de eso.

Me gustaba pensar en algo más amateur, que pudiera aferrarse a cierta indeterminación. Había algo en esos discos que sonaban más como documentos del proceso que como productos terminados. Me interesa cuando se ven las costuras, los zigzagueos, las digresiones, la búsqueda, la duda. Hay una frase de María Moreno que me gusta, que dice: «el error no se equivoca, sabe de otra manera». Siento que ahora todo tiende a sonar cerrado, redondo, demasiado seguro de sí mismo.”

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«La idea era ir para otro lado, hacer canciones que no tuvieran que ver con las bandas en las que toco. No quería que fueran versiones acústicas de temas que podrían haberse tocado en banda , sino hacer algo radicalmente distinto. Obviamente, uno siempre está obsesionado con ciertas cosas que sigue buscando —o que se repiten inconscientemente—, y eso no deja de aparecer. Por ejemplo, creo que en la canción Los llanos, de Cabeza Flotante, hay algo que se siguió desarrollando en La noche. Pero este disco empezó más como un disco de impresiones, como si fuesen instantáneas de sonido. No hay baterías ni bajos, y muy pocas canciones con estribillos. Grababa una idea mínima en la guitarra —muy chiquita— o una textura más ruidista, y giraba alrededor de eso. Casi buscando la particularidad en eso y no buscando un desarrollo más enrevesado. Era ir a lo más pequeño”.

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“Se viene un segundo adelanto y después el disco completo”.

PAUSE ||

“Es un disco para escuchar de noche, al lado del fuego, con un trago en la  mano”.

LADO B

“Nina Carrara (Rojo Venecia) hizo la portada del disco, grabó coros, tocó unos teclados en el próximo adelanto y me ayudó en todo el proceso”.