Abril Oxalde|Y la cabeza comenzó a arder

Por Ramiro García Morete

«Viví mucho tiempo como si no hubiera mañana… es parte de mi personalidad», confesará casi como si estuviera mal. Lo cierto es que entonces -algo así como abril del 2020- esa sensación era colectiva. Recién había dejado la casa familiar y arribado Berisso, en un barrio algo aislado a la vera del monte, cuando la pandemia nos recordó violentamente la finitud.

Al menos la acompañaba Tomy, ese gato gris con patitas blancas y una mancha del mismo tono en el rostro. Su nombre completo, en verdad, iba a ser Thom Yorke, por la banda legada en un hogar de músicos y -principalmente por su hermano- que adoptaría conscientemente a eso de los doce descargando en Ares o por Torrent.

«Me consuelan pensamientos imposibles y colores que nunca vi». También la acompañaban en un cuarto especial para ello el Yamaha P115, el Roland Juno-D, un controlador MIDI, la computadora con el Ableton y las notas del Google Keep. Es que esta joven que se autodefine como «intensa», pareciera vivir arrebatada por cosas que expresar. Y el encierro, lejos de sumirla en la angustia natural que todxs atravesábamos, dispararía su imaginación.

Para ello, habría un elemento esencial. Aunque su imprecisa memoria para las fechas no certifique si fue unos meses antes del llamado ASPO. Lo cierto es que en algún verano había comprado una antología. En lo de su abuela ya estaba Mundo de siete pozos, pero «nunca le había dado mucha bola». En cambio, con ese poemaria completo algo se despertaría. «Me identificaba, porque estaba atravesando un momento similar. Venía con ese tipo de ideas, que se relacionaban». Y es que el nombre de Alfonsina Storni no generaría en ella ningún ánimo trágico con el que suele relacionarse sino más bien lo contrario: una especie de pulsión vital y de sobrevida a través de la imaginación.

«Tenía algunas cosas chiquitas compuestas -relatará-. Tomé cosas de Alfonsina para completar la composición. Y lo empecé a pensar como un EP conceptual». Del su poema favorito («Y la cabeza comenzó a arder») tomaría el título de eso que un amigo definiría como «poesía pop»: «Mariposa Libadora de Sombras». Un compendio de canciones donde las teclas predominan sobre beats sutiles y «abundan palabras: unas son alegres y otras macabras». La delicada y los juegos armónicos resaltan el espíritu melódico de esta cantautora que ya tiene preparado un nuevo disco y hasta un repertorio posterior. Y es que Abril Oxalde quizá haya entendido que siempre hay un mañana. Y que si no, al menos hoy podemos imaginarlo.

«En el aislamiento había momentos que más que de soledad, eran de imaginación -comenta Oxalde-. Estaba escribiendo muchas cosas… no sabías que pasaba afuera. Yo creo que era un momento en el que había que tener mucha imaginación. Y la lectura de Alfonsina, que es muy surrealista, me acompañó en esa búsqueda combinado con cierta soledad y cierta quietud». Y agrega: «Siempre se la identifica con algo trágico. Es difícil sacarla de ese lugar. Cuando empecé a leerla que era mucho más que eso. Que lo que importaba no era eso sino la imaginación que usaba para escapar. Eso sentía en ese momento, porque no teníamos escape, teníamos que resignarnos». Producido por Agustín Buaon, «Mariposa Libadora de Sombras» sería editado con un fanzine que recopila sus letras, textos e ilustraciones de la propia Oxalde.

Pero la cantante ya anticipa su próximo material: «No tiene piano, es bastante más movido. Tocaron más personas, eso ya cambia… tiene batería. Tengo dos productores (Luis Volcoff y Guito Daverio), grabaron baterías y guitarras ya. Tiene mucho sintetizador… es más movido. Y más rockero…rock alternativo. Tiene muchas voces, mucho juegos». Y va más allá: «Creo que es un disco bastante border o extremo, por lo menos con la ideas. Es muy intenso. Habla de cosas distintas, pero todos los temas los comunican con mucha intensidad».

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