Un nuevo caso de gatillo fácil quedó impune. El Tribunal Oral en lo Criminal IV de La Plata, integrado por los jueces Germán Alegre, Emir Caputo Tártara y Juan Carlos Bruni, absolvió al sargento Diego Walter Flores, acusado del homicidio de Omar Cigarán, de diecisiete años, cometido en febrero de 2013 en el Barrio Hipódromo. El disparo del policía de la Bonaerense le atravesó el corazón, los pulmones, el diafragma, el hígado y le produjo una hemorragia interna que le causó la muerte en segundos.
A más de cuatro años de la muerte de Omar, llegó el martes la lectura del veredicto, aunque el ambiente venía enrarecido y amargo desde la mañana.
“Veredicto: de conformidad con los fundamentos expuestos en sesiones precedentes, el tribunal, por mayoría resuelve pronunciar un veredicto absolutorio para el imputado Diego Walter Flores, policía […] por el hecho cometido el 15 de febrero de 2013”, leyó la secretaria del tribunal. Mientras, empezaba a escucharse el llanto de Sandra Gómez, la mamá de Omar. La mujer esperó, con entereza y firmeza durante años, llegar a esta instancia judicial acompañada por los abogados María del Carmen Verdú, de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), Pedro Auzmendi y Sofía Ballesteros.
Tras la lectura de los alegatos, días atrás, Verdú había reclamado la pena de reclusión perpetua para Flores, quien todo este tiempo estuvo en libertad y cumpliendo sus funciones en dependencias de la Policía bonaerense en Quilmes. Sólo dejó de trabajar durante un breve periodo luego del asesinato de Omar Cigarán, un pibe con problemas de adicción y acosado por policías de varias comisarías platenses, que según se supo en el juicio “lo molían a palos”, y que pasó varios periodos en institutos de menores.
“Antes de entrar a la sala dijimos que pasara lo que pasara la lucha sigue. Esta sentencia es una prueba más de que jueces y fiscales protegen a la Policía. Ni siquiera hubo un fiscal en el juicio”, sostuvo Verdú sin ocultar su indignación.
“Acá lo que hicieron los jueces fue una vez más creer a pies juntillas lo que dijo el policía y negar la realidad, negar la contundencia de las pruebas”, agregó la letrada, antes de adelantar que recurrirán ante la Cámara de Casación “y vamos a seguir en las calles denunciando que a Omar lo mató la Policía”.
“Acá lo que hicieron los jueces fue una vez más creer a pies juntillas lo que dijo el policía y negar la realidad, negar la contundencia de las pruebas.”
La decisión del Tribunal fue adoptada “por mayoría” con un voto en disidencia del juez Alegre, que respaldó una condena de Flores pero Caputo y Bruni votaron por la absolución, según fuentes judiciales.
La esperada audiencia había comenzado más de tres horas después de lo previsto y al cabo de un proceso judicial en el que estuvo ausente el Ministerio Público, pues la fiscal que instruyó al causa, Ana María Medina, ya había absuelto a Flores antes de pasar al juicio oral y público al entender que se trató de un caso de legítima defensa.
El ambiente estaba enrarecido desde media mañana, cuando unos quince policías de civil allegados a Flores y familiares del policía esperaban para asistir a la audiencia al igual que decenas de familiares, amigos y miembros del Colectivo contra el Gatillo Fácil.
Una vez escuchadas las pocas palabras del veredicto, con los padres de Omar en primera fila, las imágenes se resumieron en abrazos, dolor e impotencia. Minutos después, en la calle la protesta subió de tono en los alrededores de los Tribunales de 7 entre 56 y 57. Se quemaron algunos neumáticos y se impidió la salida del estacionamiento en un auto de lujo de la fiscal cuya decisión marcó el rumbo final de este caso de gatillo fácil donde una vez más estuvo involucrado un agente de la Bonaerense y donde una vez más la víctima fue un menor que según diversos testimonios “era perseguido porque no quería robar para la cana”.
La fiscal, que se apartó del caso antes de ir a juicio, no ordenó obtener muestras para determinar el ADN en el arma aparecida en el cuerpo de Omar. Tampoco ordenó un dermotest del policía, recordaron fuentes confiables.
Al dolor y la indignación en la sala le siguieron gritos hacia el policía absuelto y también a los jueces que salieron velozmente del lugar. “Asesino, asesino”, gritaron varias personas. “Hijos de puta, den la cara y no se escondan porque nosotros les pagamos el sueldo”, gritó otra voz en dirección a los jueces.
Alguien denunció en voz alta que había visto en la playa de estacionamiento de los tribunales a los abogados del policía con los jueces hablando en un auto.
También hubo gritos para la fiscal Medina por “encubridora y socia de la Policía”.
Mientras Sandra Gómez salía corriendo hacia calle 57, su marido, Milton, respondía a la prensa que lo rodeaba en la vereda: “Si hubiese sido declarado culpable, a mí me daba lo mismo. A mí no me solucionaba nada. Podría haber ayudado por otros pibes, que son futuras víctimas”.
“Ya no podemos reparar el daño que nos hizo, porque Omar está muerto”, agregó Milton. ¿Demasiada impotencia?, se le preguntó. “Nosotros sabemos cómo funciona esta Justicia. Justicia no hay para los pobres. Omar era un don nadie, hijo de un don nadie y no iba a haber justicia. Ya lo sabíamos”, concluyó Milton Cigarán con voz pausada, con voz resignada ante una justicia que una vez más se mostró corporativa.
Según Verdú, la sentencia puso en evidencia que “los jueces están actuando como guardianes de la impunidad de los perros guardianes de su clase”.
“Es una señal muy clara que se empalma con lo que dijo el policía defensor del policía Flores. Flores hizo lo que le mandó a hacer el Ministerio de Seguridad y lo que la sociedad le pide. Lo que él llama sociedad es esa parte de la sociedad que se refleja en los editoriales de Clarín y La Nación pidiendo más represión o diciendo que la palabra represión no quiere decir lo que dice”, afirmó la abogada.