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Nuevo testimonio reveló el cobro por «parar» en la zona roja donde desapareció Johana Ramallo

En la novena audiencia del juicio, un testigo que frecuentaba la zona roja de La Plata relató que “había personas que cobraban por parar” y vinculó al principal acusado, conocido como el Cabezón, con la venta de drogas y el control del territorio.

La novena audiencia del juicio que investiga la red criminal que operaba al momento de la desaparición de Johana Ramallo contó con un solo testimonio: el de un hombre que solía concurrir a la zona roja de La Plata en busca de sexo por dinero. Según relató, había conocido a Johana y la frecuentaba, por lo que fue testigo de distintas maniobras vinculadas al funcionamiento del circuito en el que desapareció la joven.

Una vez más, con los jueces Andrés Basso, Germán Castelli y Nelson Jarazo, e imputados conectados de manera remota, y con la querella y la militancia feminista presentes en la sala, se desarrolló una nueva jornada del juicio que tiene sentados en el banquillo a Carlos Rodríguez (alias “El Cabezón”), Hernán D’Uva Razzari, Hernán Rubén García, Carlos Alberto Espinoza Linares, Mirko Alejandro Galarza Senio, Celia Benítez, Celia Giménez y Paola Erika Barraza.

Todos ellos están acusados de formar una banda criminal que operaba en la zona roja de La Plata al momento de la desaparición de Johana Ramallo (26 de julio de 2017), con delitos que van desde la explotación sexual y comercio de estupefacientes, hasta encubrimiento agravado y falso testimonio.

El testigo explicó que era un frecuentador habitual de la zona roja, donde conoció a Johana. A partir de “comentarios” y de lo que observaba yendo al lugar, describió un esquema de control y cobro dentro del territorio.

Mencionó al principal acusado, conocido como El Cabezón, como un hombre al que Johana nombraba seguido, especialmente cuando buscaba consumir estupefacientes. Dijo haberlo visto “en varias ocasiones parando con las chicas”. “Pasaba con el auto, había tres o cuatro chicas y estaba él”, indicó. Para el testigo, la presencia del imputado estaba directamente relacionada con la venta de drogas.

También relató que un día había pactado un encuentro con Johana, pero no la encontró en el lugar habitual. “Me dijo que el hijo de Celia Gimenez la había amenazado con un cuchillo”, recordó, y agregó: “Tenía que pagar para estar en el lugar”.

Sobre ese punto, aseguró que, según los comentarios de Johana y de otras mujeres que estaban en situación de prostitución, “había personas que cobraban por parar”. Para el testigo, tanto Celia Benitez, como Celia Gimenez, se dividan la zona roja.

Sobre Celia Benítez la recordó como una mujer con presencia activa en la zona. “La conocía de preguntarle a ella sobre las chicas”, dijo. Cuando buscaba a alguna y no la encontraba, solía consultarle. “Al Cabezón lo solía ver con ella en la zona de 1 y 61”, añadió.

En una ocasión, relató, Benítez le pidió que la acercara a un lugar. Allí, según el testigo, la mujer retiró unos cinco gramos de cocaína. “En teoría era para fraccionarlo y venderlo”, sostuvo.

El celular de Johana

Sobre Johana, la describió como una joven “tranquila” y que “no tenía maldad”, aunque en el último tiempo “estaba más adicta”. Recordó que la última vez que la vio, sufrió una sobredosis que derivó en su internación en el Hospital San Martín. Días después, Johana desapareció.

Tras aquel episodio, el testigo contó que se había quedado con el celular de Johana. Nunca más volvió a verla y tiempo después supo de su desaparición. Afirmó que continuó yendo a la zona roja y que, en una de esas ocasiones, entregó el teléfono a otra mujer en situación de prostitución como forma de pago.

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