Desde este miércoles 6 de agosto, el personal del CONICET iniciará un paro nacional por 48 horas para denunciar lo que definen como una situación terminal: ajuste presupuestario, salarios por debajo de la línea de pobreza, freno a la investigación y miles de puestos perdidos. La medida, que incluirá una vigilia con acampe frente al Polo Científico-Tecnológico en Buenos Aires, busca visibilizar la desfinanciamiento progresivo de uno de los organismos más emblemáticos del sistema científico argentino.
La protesta no solo se desarrollará en simultáneo en las distintas sedes del país, sino que tendrá su epicentro en Godoy Cruz al 2300, barrio de Palermo. Allí habrá cartelazos, charlas abiertas, ruidazos, un acto central el miércoles por la tarde, marcha de antorchas por la noche y una asamblea final el jueves por la mañana. “Estamos en un momento límite, una bomba de tiempo”, advirtió Sol Martínez Duarte, secretaria gremial de ATE CONICET Capital, al señalar el impacto sobre becarixs cuya continuidad depende de una convocatoria cuyos resultados siguen sin publicarse.
El reclamo no es solo por los recortes salariales. Desde la llegada de Javier Milei al poder, el organismo ya perdió 1.091 puestos de trabajo, en un marco donde el total del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) cayó un 5,4% solo en el primer semestre de 2025. El ajuste también afecta al futuro de la investigación: la suspensión de proyectos PICT, el congelamiento en la carrera de investigador y el recorte en becas posdoctorales configuran un escenario de parálisis generalizada.
“Hoy, el ingreso a la carrera científica está en suspenso, los salarios han perdido más de un 40% de poder adquisitivo y los equipos de investigación no tienen fondos operativos”, detallaron desde ATE. El retraso en la publicación de los resultados de la convocatoria 2023 para investigadores y personal de apoyo (CIC y CPA) es otro de los puntos críticos.
Paradójicamente, mientras el gobierno desfinancia al organismo, la sociedad vuelve a mostrar su respaldo. Hace solo semanas, una expedición científica frente a las costas de Mar del Plata —realizada por el CONICET junto al Schmidt Ocean Institute— reunió a más de 80.000 personas conectadas al streaming en simultáneo. Una cifra que sorprende para una actividad científica, y que demuestra el interés social por una ciencia pública viva y accesible.
En este contexto, el paro cobra una dimensión que excede al reclamo gremial. Se trata de una disputa por el modelo de país: uno que invierte en desarrollo científico o uno que desarma su tejido de conocimiento acumulado. Las miradas apuntan a dos nombres: Daniel Salamone, presidente del CONICET, y Darío Génua, secretario de Ciencia de la Nación. Desde los laboratorios, bibliotecas y centros de estudio, la comunidad científica dice basta.









